Este artículo se publicó hace 12 años.
Brewster nos acerca a las lujosas vidas de la élite que viajó en el Titanic
El historiador norteamericano especialista en el Titanic, el barco más exclusivo de su época por sus modernas instalaciones y lujosos camarotes, además de por los ilustres pasajeros, narra cómo vivió la tragedia una élite que se embarcó en él creyendo que era insumergible.
"Titanic. El final de unas vidas doradas" retrata muchas de las biografías de los 326 pasajeros de primera clase a bordo del barco que se hundió la noche del 14 al 15 de abril de 1912, entre ellos personalidades famosas antes de que el gran transatlántico naufragase, como el millonario Benjamin Guggenhaeim, padre de Peggy, la famosa coleccionista de arte.
No obstante, en la obra, editada en español por Lumen, el autor se centra en el artista y escritor Frank Millet, el mayor Archibald Butt y la diseñadora de moda lady Duff Gordon.
A través de estos tres personajes, Brewster no solo describe la forma en la que imaginamos pasaron sus últimas horas en el barco entre lujosas cenas y encuentros con otros grandes nombres, sino que describe la "Edad de oro" que se vivía antes del inicio de la Primera Guerra Mundial.
Gracias a Butt, el autor, que también desciende a los camarotes de segunda y tercera clase y finalmente a la sala de máquinas, se adentra en las altas esferas de la política estadounidense, ya que el militar fue estrecho colaborador de los presidentes republicanos Roosvelt y Taft.
Por medio de Millet, y en menor medida del periodista inglés W.T.Stead, se descubren los entresijos de la cultura de finales del siglo XIX e inicios del XX, y se evocan a escritores de gran relevancia de la época como Oscar Wilde.
Brewster aborda también a través de la vida de Butt y Millet las dificultades con las que se encontraban los homosexuales en aquel tiempo.
Además, lady Duff Gordon es presentada no solo como icono de un estilo, sino como un ejemplo de las mujeres triunfadora que empiezan a destacar en la época.
Por las páginas del texto desfilan asimismo el millonario John Jacob Astor, el seminarista Frances Browne o la sufragista Margaret Brown, al tiempo que se refleja la forma en que se trataban asuntos como las enfermedades mentales o el adulterio.
Todo ello en los apenas cinco días que el Titanic navegó por el Atlántico hasta su hundimiento la noche del accidente, del que también se aportan las investigaciones llevadas a cabo tanto por el Gobierno inglés como por el estadounidense.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.