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En busca de la definición del buen francés

El ministro de Identidad Nacional, Eric Besson, llama a la sociedad a debatir qué es y qué significa ser francés

DANIEL DEL PINO

Francia va a comenzar 2010 con un profundo debate sobre su identidad, sobre qué significa ser francés. Lo anunció ayer el ministro de Inmigración e Identidad Nacional, Eric Besson, retomando uno de los caballos de batalla del programa electoral de Nicolas Sarkozy.

'Quiero abrir un gran debate entre todas las fuerzas vivas de la nación sobre qué es ser francés, qué valores son los que nos unen, cuál es la naturaleza del punto de unión que nos hace franceses y que nos debe hacer estar orgullosos de serlo', dijo.

El ministro dijo que esta introspección patriótica empezaría a partir de enero o febrero, pero mientras tanto, dio un par de pinceladas de hasta dónde quiere llegar: 'Creo que sería muy beneficioso que nuestros jóvenes tuvieran la ocasión de cantar al menos una vez al año la Marsellesa', propuso. También anunció el comienzo de una fase experimental en el departamento del Ródano (Lyon y alrededores), donde 'todos los adultos que quieran', podrán recibir de manera gratuita cuatro sesiones sobre educación cívica.

El burka, por ejemplo, es una de las cosas que un francés de verdad no puede aceptar según Besson. El Gobierno retrasó la creación de una ley expresa que prohibiera el velo integral a principios de este mes, pero parece que en el futuro se retomará. 'Se puede discutir el contenido de esa ley, pero lo que está claro es que el burka es inaceptable y contrario a los valores de la identidad nacional', afirmó.

Toda esta reafirmación de sentimiento patrio ha provocado que el partido socialista vea en la intención del Gobierno la aplicación de 'las tesis del Frente Nacional', el partido de extrema derecha francés. El portavoz del Partido Socialista, Benoît Hamon, afirmó que Besson 'está aplicando partes completas del programa' del partido de Jean-Marie Le Pen. Besson sin embargo le da otra lectura. Es el Frente Nacional (FN) el que se ha apoderado de este tipo de símbolos y el Gobierno quiere rescatarlos ahora.

Sea como fuere, es época de elecciones regionales en Francia y a la Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Sarkozy le favorece volver a remover este tema para restar votos a la formación de Le Pen, que en las elecciones presidenciales de 2002 consiguió cinco millones y medio de seguidores, jugándose la segunda vuelta con Jacques Chirac. El resurgimiento de la extrema derecha francesa hundió en la miseria a los socialistas, liderados entonces por Lionel Jospin,  y provocó el sonrojo de la sociedad. 

En los comicios de 2007, que llevaron a Sarkozy al Elíseo, esta estrategia borró del mapa al FN y de ahí que al UMP le convenga alegrar a las facciones más conservadoras del partido. Para el propio Le Pen, esto es a lo que está jugando Besson. El veterano líder ultraderechista, dijo en un comunicado este lunes que'los ciudadanos no se dejarán convencer una segunda vez por los cantos de sirena, sobre todo cuando el señor Besson declara abiertamente que el hecho de hacer desaparecer al Frente Nacional es lo que más le excita'.

Pero al UMP tampoco le bastaba con restar votos a la extrema derecha. Sarkozy consiguió incluir en la formación de su Gobierno a notables personajes ligados a la izquierda francesa, como es el caso del propio Besson, para cumplir con las tesis neoliberales del partido.

En el centro de toda la polémica está la inmigración.  Ampliamente criticado, incluso a nivel internacional, por la actuación de las autoridades en el caso de 'la Jungla de Calais', el Gobierno de Sarkozy sigue aplicando mano de hierro en lo que a la protección de las fronteras se refiere.

Besson es la personificación de esa mano dura contra los 'sin papeles' cumpliendo a rajatabla las directrices de Sarkozy en el tema de las expulsiones. El año pasado, el ministro de Inmigración firmó la deportación de cerca de 25.000 personas y este año, Besson afirma haber expulsado a 21.000 inmigrantes de los 27.000 que tiene por objetivo.

Entre esas expulsiones se encuentran las de numerosos ciudadanos afganos a los que se le ha negado el asilo político y se los envía de vuelta a un país en el que Francia participa en una guerra con Estados Unidos, Reino Unido y España, entre otros.

El discurso sobre la identidad es un tema recurrente de la extrema derecha y de los partidos nacionalistas. Una mezcla de ambos es el British National Party en Reino Unido. 

El pasado jueves, Nick Griffin, el líder de este partido neofascista que en las últimas elecciones europeas consiguió dos asientos en Bruselas, tuvo su aparición en el programa de la BBC 'Question Time'.

En él, Griffin defendió la identidad y las costumbres de los auténticos británicos, los blancos, frente a las influencias de la inmigración.

Besson puede retomar este discurso bien con fines electoralistas, o bien porque realmente lo considera necesario para Francia, pero cualquiera de los dos motivos levantará sospechas y, casi seguro, muchas más críticas.

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