Este artículo se publicó hace 15 años.
Buzos investigan ruinas mayas sumergidas en un lago de Guatemala
Varios buzos están explorando las profundidades de un lago volcánico de Guatemala, en búsqueda de pistas sobre una antigua isla sagrada en la que los peregrinos mayas realizaban adoraciones pero que quedó sumergida por la elevación de las aguas.
Samabaj, la primera zona arqueológica submarina excavada en Guatemala, fue descubierta de forma accidental hace 12 años por un buzo que exploraba el pintoresco lago Atitlán, rodeado por pueblos mayas y que es muy popular entre los turistas.
"Nadie lo creía, por más que les hablaba del lugar, decían 'está loco'", dijo Roberto Samayoa, un empresario y buzo aficionado que creció cerca del lago, en el que su abuela solía contarle leyendas de una iglesia sumergida.
Samayoa buceó durante años en el lago, y a menudo encontraba piezas de cerámica del periodo maya preclásico. En 1996 encontró el lugar, que aún cuenta con edificaciones medio derruidas y enormes piedras ceremoniales conocidas como estelas, claramente visibles.
Lo nombró Samabaj, en su honor, pero fue el año pasado cuando arqueólogos profesionales manifestaron interés por el lugar y realizaron una revisión con sonar del área de 400 metros cuadrados, y excavaron algunas estructuras en la parte menos profunda del lecho del lago.
Los investigadores creen que este área, ubicada a unos 15 metros de profundidad, fue una isla hasta que una catástrofe natural, como una erupción volcánica o un derrumbe, elevó el nivel del agua.
El lago cubrió las edificaciones en torno al año 250, antes del auge del Imperio Maya, y las piezas de cerámica encontradas intactas sugieren que los habitantes del lugar tuvieron que abandonarlo muy rápido.
"Tenemos seis estelas y cuatro altares ubicados en este momento y sin duda hay más, lo que quiere decir que el sitio era extremadamente importante desde un punto de vista espiritual", dijo a Reuters Sonia Medrano, la arqueóloga encargada del proyecto.
Los mayas erigieron altas pirámides y elaborados palacios en Centroamérica y el sur de México antes de abandonar misteriosamente sus ciudades cerca del año 900.
Medrano, cuyo trabajo está auspiciado por la Reinhart Foundation, con sede en Estados Unidos, dijo que en la isla se observan ruinas de pequeñas casas que habrían dado alojamiento a unas 150 personas y que están repletas de elementos religiosos, lo que lleva a los especialistas a pensar en que era un destino de peregrinaciones.
Los adoradores probablemente llegaban al lugar en embarcaciones desde los pueblos de los alrededores, dijo Medrano.
Realizar excavaciones bajo la turbia y verdosa agua del lago es complicado, y dificulta la visibilidad de los artefactos sepultados bajo el sedimento acumulado durante miles de años.
El lugar exacto del sitio arqueológico permanece en secreto, ya que los arqueólogos quieren evitar el saqueo de piezas que normalmente terminan en el mercado negro, donde son vendidas por elevados precios.
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