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El calvario del Unicornio

EFE

Desde hace años, un bellísimo unicornio de bronce, escultura de Eduardo Arroyo, de casi una tonelada de peso, permanece oculto, debajo de unas mantas, en un almacén de materiales del extrarradio de León, porque la complejidad temas vecinales y burocráticos han aplazado su ubicación.

El Unicornio forma parte del principal conjunto escultórico de Eduardo Arroyo, encargado en el 2001 por el Ayuntamiento de León y que hoy -nueve años más tarde- ha recibido la autorización de la Comisión Territorial de la Junta de Castilla y León para que se coloque en el entorno de la Puerta del Castillo, en el casco viejo de León.

El Unicornio, el Eolo y otras figuras integran un conjunto de inspiración mitológica que ha dado quebraderos de cabeza al autor, quien ha llegado a proponer que tiren las obras al río para generar así el primer museo fluvial del mundo, pese a que las considera como su mejor trabajo en esta disciplina.

Complicaciones legales y burocráticas y hasta protestas de colectivos han complicado la instalación de este trabajo extraordinario de Arroyo, uno de los artistas españoles más internacionales, nacido en Madrid en 1937, aunque con una carrera muy vinculada a París, a donde marchó huyendo del franquismo.

El artista -premio Nacional de las Artes Plásticas en España y Caballero de las Artes y las Letras de Francia- declaró a EFE que este trabajo es el más importante que ha realizado en escultura y se mostró disgustado por "las complicaciones y burocracias"

La Administración autonómica demandó recientemente nuevos documentos, entre ellos uno con la autorización del propio autor para exponer la obra, algo que Arroyo no entiende: "hace cuatro años -dice- produjimos un documento, ni más ni menos que de Patrimonio Nacional, donde hay un informe tremendamente favorable sobre la instalación"

"Me parece bien que lo pongan, y también si no lo ponen; la obra está hecha y yo estoy harto del tema", comentó el autor, que se declaró "desinteresado ya por este asunto".

El artista recordó que fue el propio municipio de León quien pidió la obra. "Yo ni me presenté a concurso, ni pedí nada. Me pidieron el proyecto y me metí en ello con muchísima ilusión; creo que es la obra mía más importante que he hecho en escultura (...) mis esculturas eran de interior y me aventuré en otro proyecto más innovador".

"La plaza en la que se instalarán las obras es muy interesante; se podría definir como bastarda porque mezcla de estilos, pasajes increíbles y connotaciones poéticas... Yo quise hacer en ella una especie de decoración de teatro, fija, que serviría para utilizar el espacio para ballet, conciertos, manifestaciones, incluso opera".

"Me encargaron una gran escultura en el centro, pero pensé que debía ser algo más integrado al conjunto, el barrio, su historia y sus habitantes. Hablamos con la asociaciones de vecinos, les escuchamos..."

Aún con la conciencia de que éste conjunto de obras es clave en su actividad escultórica, está tranquilo. "Yo ya lo he hecho y es una realidad; lo no voy a hacer ahora es pelearme con nadie; ni ecologistas, ni vecinos. No van a conseguir que me lleve un berrinche como se llevó Chillida con lo de Tindaya".

Arroyo declaró a EFE que sigue con gran actividad creativa y que ahora está preparando una exposición para presentarla en su galería de París, en febrero.

Otro trabajo que acaba de concluir es un gran dibujo, a tamaño natural, que es la interpretación suya del Cordero místico de Van Eyck, una obra de lápiz sobre papel, interpretación aparatosa y difícil que aún no se sabe donde se ve a presentar, previsiblemente en Francia.

Trabajador nato, a Arroyo le gusta descansar en su casa de Robles de Laciana (León), donde nacieron sus antepasados: "es una casa que perdimos, por historias de herencia; que he podido recuperar, y que he ampliado con algún terreno. Es donde voy frecuentemente a descansar ...allí me enterrarán".

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