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"La cámara es mi escudo"

Tres reporteros gráficos relatan las duras experiencias que han afrontado durante el desarrollo de su profesión

ALEJANDRO TORRÚS

Viernes por la noche. Callejeros acude al parking de una conocida discoteca de Valencia. Objetivo: mostrar la combinación de juventud, techno y drogas. Delante del visor de la cámara unos jóvenes consumen ketamina, cocaína y speed. En un momento determinado algo se tuerce y los reporteros ya no son bienvenidos. La pareja de periodistas sube al coche rápidamente y huye del lugar mientras varios jóvenes les lanzan piedras. 'Con la cámara en la mano te crees inmune a todo, la realidad es como una película y no te das cuenta de que te estás metiendo en un infierno', señala Santi Tranchón, cámara de la productora Molinos de Papel.

Con el nacimiento de Callejeros proliferaron en la parrilla televisiva diferentes programas de reporteros intrépidos que comenzaron a mostrar a los espectadores pequeñas píldoras de la realidad más cruda. Las cámaras entraron por primera vez a barrios marginales controlados por la droga, bajaron hasta el centro de la tierra para mostrar en qué condiciones trabajan los mineros o viajaron hasta Ciudad Juárez para reflejar la realidad más cruel del narcotráfico.

'La realidad no es un estudio de televisión', asegura un reportero

'Hay veces que se te pasa por la cabeza la idea de desaparecer del sitio donde estás y pirarte bien lejos, pero en el fondo trabajamos en esto porque nos apasiona nuestro trabajo', explica Jesús M. Tirado, cámara de Conexión Samanta, programa que el lunes inicia su cuarta temporada.

Pero, ¿cómo mantener la cabeza fría rodeado de adolescentes cargados de pistolas o ante una persona consumiendo heroína? 'Mi cámara es mi escudo. Cuando grabas estás demasiado preocupado de que la luz sea buena o tener un buen enfoque, que no entren sonidos raros, quien entra o sale del plano. No ves peligro ninguno... Hasta que bajas la cámara', explica Tranchón. Es entonces cuando finaliza la pieza informativa para el espectador y comienza la vivencia del cámara.

Tirado recuerda especialmente cuando viajó con Conexión Samanta a El Salvador para reflejar la realidad de las maras. 'Mientras grababa no sentía el miedo. Al bajar la cámara te das cuenta de que te pueden pegar dos tiros en cualquier momento y no le importaría a nadie', apunta Tirado, que reconoce que la única manera de funcionar en este tipo de situaciones es manteniendo 'la sangre fría' e intentando aislarse del ambiente, aunque a veces resulte imposible.

'Hay veces que se te pasa por la cabeza la idea de desaparecer del sitio'

José Antonio Julián, cámara del espacio de reportajes de TVE Comando actualidad, recuerda cuando grabó un programa sobre trasplante de órganos. Frente a él y su cámara tenía un hombre muerto al que le estaban extirpando el hígado. Durante la grabación del programa, Julián reconoce que no tuvo tiempo para pensar en lo que estaba viendo, y sólo pudo reaccionar cuando acabó su trabajo. 'Lo complicado de este tipo de formato es que el cámara tiene que estar siempre al 100%, tu mente no puede distraerse un segundo. La realidad no es un estudio de televisión', señala.

Pero el ser humano no ha sido el único objeto de atención de los programas de reportajes o los docushows. Espacios como Desafío extremo o Frank de la jungla muestran en televisión la naturaleza en estado puro. Trancho ha sido el compañero de aventuras de Frank en las dos ediciones del programa. No tiene dudas acerca de qué especie le da más miedo: 'El animal más peligroso es el que camina a dos patas. El animal se mueve por instinto y es predecible, una persona te la puede liar en cualquier momento', concluye.

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