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Camboya investiga las causas de la estampida mientras vela a los 378 muertos

EFE

Camboya investiga las causas de la estampida que acabó con la vida de 378 personas en Phnom Penh, mientras familiares de las víctimas siguen recorriendo hoy los hospitales para localizar a sus seres queridos entre los 755 heridos que causó la tragedia.

Un equipo de diez agentes tomó declaración a las víctimas para esclarecer qué causó el ataque de pánico que desencadenó el alud humano en el puente peatonal que conecta la ciudad con Koh Pich (Isla Diamante) durante el Festival del Agua, una de las principales fiestas del calendario camboyano.

"Creemos que la estampida se originó porque el puente empezó a balancearse y la gente se asustó porque creyó que podía derrumbarse", dijo a Efe Heng Vihol, responsable de Seguridad e Información del Ministerio del Interior.

"Unos dicen que se asustaron porque vieron a unos jóvenes peleando, otros porque pensaban que el puente se iba a caer y otros simplemente porque no podían respirar", añadió Som Eing, miembro del equipo de investigación tras hablar con varios supervivientes.

El Gobierno, en cambio, descartó que la estampida hubiera sido causada por descargas eléctricas del sistema de iluminación del puente, versión que secundaron las autoridades sanitarias.

"Nosotros no hemos visto ningún caso de electrocución aquí", asegura la doctora Lim del hospital Calmette, el que ha recibido a un mayor número de muertos y heridos.

Los médicos atribuyen la mayoría de muertes a traumatismos internos, insuficiencias respiratorios y a la asfixia provocada por la avalancha que atrapó 18.000 personas en el puente, según dijo a Efe el portavoz del Consejo de Ministros, Phay Siphan.

Víctimas y testigos dieron versiones confrontadas sobre lo que ocurrió el lunes por la noche.

Cheng Sony, aseguró al Phnom Penh Post haber visto cómo varias personas se electrocutaban mientras el puente se tambaleaba y los cables eléctricos empezaban a romperse.

"La gente se puso muy nerviosa y decía que íbamos a morir ahí. Me empujaban para que saltara al agua", aseguró Setha, una joven de 18 años procedente de Kompong Cham.

Srey Mya estaba a la entrada del puente, pero la gente la empujó hacia el interior y la tiraron al suelo.

"Empezaron a pisarme y no podía levantarme. La gente tenía miedo de algo pero no sé de qué", dijo esta trabajadora de una fábrica textil de Phnom Penh.

En el hospital Calmette, las tiendas improvisadas que el día anterior habían protegido los cadáveres estaban vacías y sólo quedaban tres cuerpos sin identificar, dos de ellos, niños menores de ocho años.

"Creemos que sus padres han muerto también, y no hemos encontrado a ningún familiar más", indicó un agente de policía que no quiso dar su nombre.

Los demás cuerpos han sido trasladados a sus lugares de origen, donde hoy se han celebraron los funerales.

Un último ataúd abandonó esta mañana el hospital Calmette con destino a la provincia de Kompong Cham, a 120 kilómetros de la capital, en un camión del Ejército.

"Vamos a llevarlos a su casa para que allí puedan celebrar la ceremonia", afirmó Khem, uno de los militares encargados de transportar el féretro.

Phnom Penh, la capital camboyana, se ha despertado cubierta de pequeñas ofrendas, a base de fruta o pasteles e incienso, que recordaban a las víctimas.

El Gobierno, que ha declarado una jornada de luto nacional para mañana jueves, ha abierto dos cuentas bancarias y ha pedido colaboración financiera y material a organizaciones caritativas y particulares del país e internacionales para ayudar a las familias de los afectados.

Las autoridades estimaron que más de 2 millones de personas acudieron para celebrar la última jornada del festival, que dura tres días y durante los cuales los asistentes se congregan a orillas del río Tonle Sap para rendir homenaje al agua y despedir los monzones.

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