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La campaña presidencial demócrata tiene un problema matemático

EFE

La decisión de elegir al candidato presidencial demócrata puede recaer en altos cargos del partido, ya que es casi matemáticamente imposible que Barack Obama o Hillary Clinton obtengan el respaldo popular necesario para ganar.

Ese grupo de altos cargos, los "superdelegados", incluye, entre otros, a todos los legisladores demócratas en el Congreso, así como a miembros del aparato del partido no elegidos por los votantes y otras luminarias como ex presidentes y respetados miembros de esa colectividad.

El "selecto club", integrado por 796 representantes, tendrá voz y voto en la convención del partido que se celebrará a finales de agosto en Denver (Colorado).

Muchos demócratas temen que si "los 796" eligen al candidato con menos delegados conseguidos mediante votación popular, se desate una "revolución" similar a la de la convención de 1968 en Chicago cuando, en plena guerra de Vietnam, había también una gran división sobre a quién nombrar candidato.

El presidente del partido, Howard Dean, ha dejado claro que quiere evitarlo, a toda costa.

Pero expertos como James Gardner, profesor de Derecho en la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo, explicaron a Efe que "tal y como van las cosas" es más que probable que sean los "superdelegados" los que nombren al "presidenciable" demócrata.

Para lograr la candidatura, Obama y Hillary necesitarían obtener 2.025 delegados en las primarias que discurren entre enero y junio.

Según el último recuento de la cadena de televisión ABC, Obama tiene 1.566 delegados y Hillary 1.457.

Los rivales demócratas se someterán de aquí a junio al juicio de las urnas en otras doce contiendas en las que hay un total de 611 delegados en juego.

Si Hillary ganara todos esos comicios por un margen del 55 por ciento, conseguiría 1.793 delegados y, debido al sistema de reparto proporcional, todavía seguiría por detrás de Obama, que lograría en ese escenario 1.841 delegados.

Si, por el contrario, fuese el senador afroamericano el que obtuviese el 55 por ciento de los votos, éste acabaría con 1.902 delegados y Hillary con 1.732.

Es decir, los dos se quedarían a las puertas de lograr la cifra mágica de los 2.025 delegados.

Dana Milbank, columnista del diario "The Washington Post" asegura que para lograr la candidatura antes de la convención, Obama necesitaría obtener el 75 por ciento de los delegados en juego en las primarias que quedan y Hillary el 93 por ciento, escenarios que los expertos consideran prácticamente imposibles.

De ahí que los focos se concentren ahora en las preferencias de los "superdelegados".

Tanto la campaña de Hillary como la de Obama han cortejado activamente a los 350 "superdelegados" que todavía no han manifestado su preferencia y que podrían decidir la reñida pugna por la candidatura demócrata.

La campaña de Obama sostiene que los "superdelegados" se inclinarán finalmente por el candidato que tenga más voto popular.

Los asesores de Hillary creen que el grupo esperará a que el panorama esté más claro y recuerdan la capacidad de la senadora para ganar en estados grandes y clave como Ohio, Texas o Florida.

Florida, de hecho, es ahora objeto de discordia junto con Michigan. Con 366 delegados en total, esos dos estados podrían resultar decisivos, pero fueron penalizados sin poder enviar delegados a la convención por adelantar la fecha de las primarias.

El que la campaña demócrata esté todavía en el aire ha alentado la posibilidad de que los comicios se repitan o de encontrar una fórmula para que esos delegados cuenten.

Hillary ganó las elecciones en los dos estados, aunque ninguno de los aspirantes demócratas hizo campaña en ellos y Obama, de hecho, retiró su nombre de las papeletas en Michigan.

En medio de la actual incertidumbre, expertos como Robert Putnam, de la Universidad de Harvard, lanzan un mensaje de cautela.

Putnam recuerda, en un artículo del diario "The Boston Globe" que, por primera vez en mucho tiempo, los jóvenes han votado en masa en las primarias demócratas y podrían ser clave en las elecciones a la presidencia de noviembre.

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