Este artículo se publicó hace 16 años.
"Caramel", el día a día de la mujer libanesa desde la mirada femenina
Cansada de la temática bélica a la que se ciñen la mayoría de producciones sobre el Líbano, la realizadora Nadine Labaki presenta "Caramel", una mirada hacia las contradicciones y el día a día de la sociedad libanesa desde el punto de vista femenino, que llegará a la cartelera el 18 de enero.
El éxito conseguido en los festivales de Cannes y San Sebastián han hecho de "Caramel" una de esas sorpresas que saltan del anonimato al que suelen estar destinadas las "cuatro o cinco" producciones que se hacen anualmente en el Líbano.
Con su primer largometraje, Nadine Labaki logró, por primera vez en la historia del certamen donostiarra, alzarse al mismo tiempo con el Premio del Público y con el de La Juventud, y convertir su película en "la más taquillera" en Líbano.
Durante la presentación del filme en Madrid, Labaki daba hoy la receta de este éxito, que, según desvelaba, reside en "reflejar toda la belleza que hay en lo cotidiano, en la gente más normal".
Y ése es el hilo conductor de "Caramel", la historia de cinco mujeres que, por distintas circunstancias, coinciden, viven y comparten experiencias en un salón de belleza de Beirut.
Esa cotidianeidad que Labaki ha envuelto en "un aire de libertad y sensualidad", esconde en el fondo "enormes contradicciones" a causa de "la autocensura a la que las mujeres están sometidas por el peso de la tradición, la religión u otros factores, pero precisamente en esas contradicciones reside el encanto del país", comentaba la realizadora.
"Yo misma soy un ejemplo de esa contradicción. Visto al modo occidental, y en el trabajo o el modo de vida puedo parecer mucho más libre, pero aún estoy lejos de como me gustaría", confesaba Labaki, quien también debuta en la interpretación con uno de los papeles protagonistas del filme.
La cineasta hace crecer esta historia desde los tópicos más femeninos, situando la acción en una peluquería y bautizando el relato como "Caramelo", en referencia al producto que las mujeres de Próximo Oriente utilizan para su depilación y que es una mezcla de azúcar, limón y agua: dulce y amargo como su vida.
El salón de belleza sirve para destapar esas apariencias y, "con sutileza", descubre las inquietudes de Layal, enamorada de un hombre casado; de Nisrim, preocupada por su próxima boda, a la que no acude virgen; o de Rima, quien muestra entre jabones su atracción por una de sus clientas.
Para todas ellas también es su primera experiencia frente a las cámaras ya que Labaki seleccionó el reparto entre actores no profesionales que aportaran credibilidad y humanizaran los personajes.
Una amiga de Labaki, un ama de casa, una directiva de suministros eléctricos o una secretaria de dirección muestran con "su espontaneidad" esa "otra visión del Líbano" que la realizadora quería transmitir: "tenemos unas ganas enormes de vivir", sentenciaba.
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