Este artículo se publicó hace 14 años.
Carmen Machi confiesa que "me gusta muchísimo jugar al drama"
Enormemente popular por su vis cómica en la serie de televisión "Aída", Carmen Machi muestra en la pantalla de cine lo que es de sobra conocido por los amantes del teatro: su gran talento para el drama, género con el que juega y se divierte "muchísimo" en la película de Javier Rebollo "La mujer sin piano".
Estrenada con opiniones divididas en el Festival de San Sebastián, de donde salió reforzada por una Concha de Plata al Mejor Director, "La mujer sin piano" llega el próximo viernes a los cines españoles con el reclamo de un recital interpretativo de Machi y el lenguaje sostenido de Rebollo.
"Es la huida de lo cotidiano. La frustración y la desidia que provoca en el ser humano que levantarse cada día sabiendo cómo va a ser. Una necesita el factor sorpresa para sobrevivir. Aunque sea ese churro de noche", resume Machi en una entrevista con Efe.
En su primera película como protagonista -que ganó el premio al mejor filme en el Festival de Los Ángeles-, la actriz demuestra también su capacidad para la contención en el papel de Rosa, una mujer que decide romper su rutina y dejarse en manos de una noche improvisada. Un esfuerzo épico para unos resultados infames.
"Es muy radical que se vaya a la calle a nada. ¿Dónde se va? ¿Qué lleva en la maleta? ¿Por qué tacones? La película plantea muchas preguntas que no responde con claridad, y eso me gusta", asegura.
Rodada en un Madrid de poesía luminosa pese a su nocturnidad, "La mujer sin piano" se asienta sin complejos en el cine de autor con vocación minoritaria, algo que no asusta a Machi. "Me muevo muy bien con lo minoritario, ¿no ves que hago teatro?", bromea.
Y, acostumbrada a la incontinencia verbal de otros papeles como el del ama de casa alcohólica y barriobajera de "Aída" o el personaje episódico de "concejala antropófaga" en "Los abrazos rotos", de Pedro Almodóvar, se enfrenta ahora al mutismo con el que le reta Rebollo.
"He dado este salto sin despeinarme, pero porque mi personaje lleva peluca", bromea. Y, ya es serio, explica cómo "es igual de complicado el ritmo cuando no hay texto", puesto que sin él tiene que componer la reflexión de la película, la que le hace decir que "hay un momento en el que hay una lucidez que te hace ver todo para bien y para mal".
"Ahí entra la palabra frustración, y es un mundo muy rico para una actriz" y, con ella, en un viaje tan minimalista como revelador, el personaje que interpreta el actor polaco Jan Budar.
Con Rosa, Carmen Machi da un paso de gigante hacia el único medio en el que todavía no había conseguido una presencia demasiado notoria, a pesar de haber presentado el pasado enero la ceremonia de los premios Goya.
"Me lo pasé muy bien. Son cosas que tienes que hacer una vez en la vida. Me lo pidieron muy encarecidamente, pero no tengo ningún interés en volver a repetir", asegura.
Y con sus próximos proyectos camina hacia la consolidación: el debut en la dirección de Emilio Aragón, "Pájaros de papel", y "Que se mueran los feos", la cinta con la que volverá a encontrarse con Javier Cámara tras la serie "7 vidas" y la película "Torremolinos 73".
Pero Machi, aunque considera injusto el desprestigio de la televisión en España, se debe en realidad al poder de las tablas de un escenario. "No me despego nunca del teatro porque me gusta, porque tengo una herencia y gente que te sigue llamando para trabajar, cosa que está fenomenal".
"Disfruto muchísimo haciendo clásico", afirma tras una temporada en la que ha protagonizado algunos de los montajes más prestigiosos, desde "La tortuga de Darwin", de Juan Mayorga, a "Platonov", de Chejov.
"Yo he sido una actriz poco escrupulosa y en mi vida he hecho de todo. Lo que te cambia la vida cuando te va bien es que puedes elegir", concluye.
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