Este artículo se publicó hace 16 años.
Casavella persigue un tipo de novela que dé valor a la filosofía de la historia
El escritor barcelonés Francisco Casavella, ganador anoche del Premio Nadal con "Lo que sé de los vampiros", ha dicho hoy que con este libro pretende dar valor a un tipo de novela histórica que permita ofrecer al lector "una filosofía de la historia".
En una entrevista concedida a Efe Casavella no se sorprende por la actual oleada de novela histórica que domina la literatura: "el fenómeno me ha pillado escribiendo", comenta.
Sin embargo, el autor de "El triunfo" distingue "entre novela de género histórico y el subgénero".
Entre las primeras cita novelas raramente consideradas históricas como "Guerra y Paz" o "El gatopardo", que permiten conocer, respectivamente, los movimientos del ejército ruso y la caída de Napoleón, o la unificación italiana.
Casavella quiere alejarse de los "sucedáneos de ensayo histórico" y ofrecer un tipo de novela que "de manera subterránea da al lector una filosofía de la historia, que puede ser útil en la actualidad".
La novela, que publicará Destino el próximo 6 de febrero, sigue los pasos de Martín de Viloalle, quien asume durante su vida las consecuencias de la única decisión que toma con plena libertad: acompañar a los jesuitas expulsados de España el 2 de abril de 1767.
Esa y otras circunstancias tragicómicas le llevarán hasta Roma, los estados alemanes, Dinamarca o el París revolucionario, en unos años en los que será miembro nada honorable de una sociedad marginal, itinerante, filosófica, artística o estafadora, dedicada a vagar de corte en corte para entretener el gusto, el sexo, el intelecto y, sobre todo, el tedio de la clase superior.
Con esta trama, narrada en tercera persona, "porque no me interesaba que el protagonista supiera lo que le iba a suceder", rompe con el mito del Siglo de las Luces: "cuando se recuerda el siglo XVIII, el del despotismo ilustrado, todos tienden a fijarse en el adjetivo, ilustrado, y nadie hace caso del sustantivo, el despotismo".
No cree Casavella que sea necesariamente su novela más ambiciosa, aunque sí es la que le ha representado un mayor esfuerzo, "por el cambio de tiempo y escenario -el ambiente urbano barcelonés dominaba sus anteriores novelas- y por la documentación histórica".
Con la única premisa de "intentar disfrutar y sorprenderme con la escritura", Casavella se ha documentado sobre "la expulsión de los jesuitas, la Roma de la época, la organización de los estados alemanes y el poder de las familias que dominan Europa como las actuales corporaciones: los Borbones, los Hohenzollern o los Romanov, y con todo esto elaborar una historia en la que no se note que te has documentado".
Aunque el protagonista, Martín de Viloalle, es un personaje inventado -"la reivindicación de los escritores es inventar personajes"-, en la trama aparecen muchos "secundarios reales, pero poco conocidos, y otros célebres como Federico de Prusia, que tiene un cameo en la novela, con un par de escenas".
Casavella, que se considera afortunado por haber visto adaptadas dos de sus novelas al cine ("El triunfo" y "Un enano español se suicida en Las Vegas"), cree, sin embargo, que sus obras son "poco cinematográficas" y lo dice además como guionista que ha sido, porque mezcla "algo grotesco con algo muy serio en la misma escena".
Ahora, el autor de "El día del Watusi" ultima un ensayo sobre la relación entre la paranoia y la literatura o la subliteratura y confiesa que siempre le ha interesado cómo "se retroalimentan, ya desde la Edad Media, la Inquisición y la Literatura".
En este ensayo, Casavella abordará algunos ejemplos de autores entre los siglos XVIII y XX, tanto de la alta literatura como de la subliteratura, como "El protocolo de los sabios de Sión", que sirvió, recuerda, como "manual antisemita durante muchos años".
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