Este artículo se publicó hace 16 años.
Un castillo venido a más por orden de Carlos V y Felipe II hace casi 500 años
Los tesoros documentales que alberga el Archivo General de Simancas desde que Carlos V ordenó en 1540 el traslado de los legajos más importantes de la corona al castillo de esta localidad vallisoletana han convertido esta fortaleza en una de las que tiene más firmes sus pilares históricos.
Construido en pleno apogeo de la nobleza, ocupada en crudas luchas entre las familias más ilustres por el poder, los conocidos como Almirantes de Castilla levantaron a finales del siglo XV un castillo en Simancas, a pocos kilómetros de Valladolid.
Las manos de la corona se posaron sobre la fortaleza cuando los Reyes Católicos exigieron su entrega, pero no fue hasta 1540 cuando Carlos V le dio al inmueble una utilidad de custodia de documentos, para lo que habilitó una de las torres.
Este giro cambió la 'vocación' de la fortaleza, pero fue Felipe II el que confirmó esta finalidad histórica y cultural, al encargar al arquitecto Juan de Herrera el diseño del depósito documental, como explica la historia del archivo incluida en la renovada web de este organismo dependiente del Ministerio de Cultura.
Tras siglos de acumulación documental, con la dinastía de los Austrias y con la de los Borbones, el fin del Absolutismo desembocó en el final de la etapa al servicio de la Administración, ya que el régimen liberal abrió sus puertas a la investigación histórica.
El testamento de Isabel la Católica, considerado por los historiadores como la pieza más importante del Archivo de Simancas, y la Sentencia de Medina del Campo (1465), el documento jurídico más destacado de la Baja Edad Media, son dos de los 'tesoros de papel' que albergan estas dependencias, remozadas ahora tras más de ocho años de obras.
La era digital parece ser ahora un nuevo hito en la dilatada historia del Archivo General de Simancas, con sus 75.000 legajos, que ocupan algo más de catorce kilómetros de estantería, según los datos aportados hoy por el ministro de Cultura, César Antonio Molina, durante la reapertura de las instalaciones.
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