Este artículo se publicó hace 13 años.
Los catalanistas del PSC fuerzan el pulso por el control del partido
Àngel Ros podrá medirse en una votación al candidato favorito, Pere Navarro
Ni siquiera en el histórico congreso de Sitges, de 1994, cuando los emergentes capitanes metropolitanos barrieron el viejo poder obiolista. Ni siquiera entonces el PSC vivió una votación entre oponentes. Todo apunta a que esta barrera se romperá hoy, segunda jornada del 12º Congreso de los socialistas catalanes inaugurado ayer en Barcelona
A pesar del baile de rumores y las constantes contradicciones y desmentidos, al cierre de esta edición se daba por hecho que hoy los 830 delegados deberán elegir quién quieren que sea el dirigente que afronte la situación más precaria de la historia del partido. Àngel Ros, el candidato con más apoyo frente al favorito de la dirección, Pere Navarro, aseguraba anoche: "Hay que votar: esto es democracia".
"Hay que votar, esto es democracia", afirma el alcalde socialista de Lleida
Ros, alcalde de Lleida y apoyado por el sector más catalanista del partido, asegura ser perfectamente consciente de que "es muy posible que Navarro obtenga una gran mayoría". Pero, insistió, "es bueno que se vote, nunca ha pasado y beneficia al partido". Así, entre pasillos y cazado entre reunión y reunión, el artífice de las mayorías absolutas del PSC en Lleida descartó con rotundidad llegar a un pacto con Navarro que impida la histórica votación. "No es conveniente para el partido", añadió.
Tercero en discordiaRos tuvo que responder a si tratará de formar una candidatura única con Joan Ignasi Elena, tercero en discordia y representante del sector obiolista, que comparte con Ros su apuesta por una recatalanización del partido. Y también fue bastante explícito: "Haremos algo, es muy posible". Esta promesa de buscar el tándem de oposición a la dirección actual puede llevar al alcalde de Lleida y al también exalcalde de Vilanova i la Geltrú a una dura derrota.
Ros descarta un pacto con Navarro que impida la histórica votación
Para Elena, la situación puede ser un mal menor, porque no tiene aspiraciones de ser candidato a la presidencia de la Generalitat. Pero Ros sí. Ayer decía que no cree que una derrota ahora le desgaste. "La clave añadió es que las primarias serán abiertas a los ciudadanos". A pesar de este análisis de Ros, en el Palacio de Congresos no se descartaba ayer que el acuerdo entre Ros y Elena deje a este último como candidato a primer secretario, lo que minimizaría los daños para el alcalde de Lleida. Ambos consiguieron los avales necesarios después de que bajara el número de firmas al 10% de los delegados.
Golpe de efectoLa decisión que hace posible esta votación se gestó antes de la inauguración del congreso. Ros fue convocado por sorpresa a una reunión y se encontró con Montilla, Navarro y Elena. Allí se acordó alterar el funcionamiento habitual de la cita nunca hasta ahora se había votado antes el primer secretario para profundizar en la democracia interna. Los cuatro estuvieron de acuerdo con una decisión que restará previsiblemente fuerza negociadora a los dos aspirantes: cuando llegue la hora de repartir cargos en la ejecutiva, tanto Ros como Elena pueden tener un resultado desfavorable que dé más autoridad moral a Navarro para diseñar el máximo órgano del partido.
El primer secretario saliente admite que el PSC tocó fondo y hace autocrítica
Pero, por encima de todo, esta votación permitirá que, por primera vez, el sector catalanista sea consciente de su representatividad real entre los militantes. Quizás así se declarará la tregua entre las llamadas dos almas del partido.
La gestiónEl otro plato fuerte de la primera jornada fue la exposición de la gestión de Montilla al frente del partido. El todavía primer secretario hizo una larga alocución donde recordó desde el episodio de sequía hasta la caída de Lehman Brothers. Aseguró que el Gobierno fue el primero en tomar medidas contra la crisis y que "trabajó mucho y bien".
Montilla criticó a ERC por haber renegado del Tripartito antes de las elecciones que dieron la presidencia de la Generalitat a Artur Mas. También atacó al Gobierno convergente: "Afirmar que todos los males de este país son culpa de lo anterior es una infamia y un insulto a la inteligencia", dijo.
El dirigente socialista hizo autocrítica y admitió que la formación ha "tocado fondo". Lamentó las "críticas despiadadas" hacia el núcleo duro del partido, y pidió asumir todas las críticas. Visiblemente emocionado, concluyó su discurso pidiendo perdón: "Sinceramente pido disculpas por las ofensas y las injusticias que seguramente he cometido". Sólo le criticaron abiertamente pequeñas agrupaciones.
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