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Cesárea y trabajo de parto inducido, más comunes en epilépticas

Reuters

Por Amy Norton

Las embarazadas conepilepsia, en especial aquellas tratadas con antiepilépticos,suelen necesitar más cesáreas y sufrir más hemorragia pospartoque otras mujeres, según un nuevo estudio.

Sin embargo, los autores advierten que las embarazadastratadas con fármacos antiepilépticos no deberían interpretarlocomo una indicación de suspender el tratamiento.

Los resultados, publicados en BJOG, se suman a lasevidencias de que las mujeres con epilepsia tienden a sufrirmás problemas asociados con el embarazo que el resto.

La Fundación de Epilepsia de Estados Unidos estima que másdel 90 por ciento de las embarazadas con epilepsia tiene unbebé saludable. Pero suelen tener más riesgo de sufrir ciertascomplicaciones, como sangrado vaginal, anemia, parto prematuroy preeclampsia (aumento de la presión y acumulación de proteínaen orina por el estrés en los riñones).

El equipo utilizó los datos del registro nacional denacimientos de Noruega para analizar información sobre más de365.000 mujeres que tuvieron un bebé entre 1999 y el 2005. El0,8 por ciento (2.805) tenía o había tenido epilepsia.

"La mayoría de las mujeres con epilepsia tiene bajo riesgode sufrir complicaciones durante el trabajo de parto y elparto, y puede tener un parto vaginal", dijo a Reuters Healthla doctora Ingrid Borthen, de la Universidad de Bergen, enNoruega.

Aun así, ese grupo tendió a registrar más cesáreas, enespecial planificadas y las mujeres tratadas conantiepilépticos necesitaron con más frecuencia la inducción deltrabajo de parto y sufrieron más hemorragias posparto.

En el grupo sin epilepsia, se le indujo el trabajo de partoal 13 por ciento, comparado con el 19,5 por ciento de lasmujeres tratadas con antiepilépticos y el 14 por ciento delgrupo que no usaba esos fármacos (una diferencia sin relevanciaestadística con el grupo sin epilepsia).

El 14 por ciento de las mujeres sin epilepsia tuvo un partopor cesárea (planificado o no), comparado con el 18 por cientode las mujeres con la enfermedad pero que no tomabanantiepilépticos y el 21 por ciento de las mujeres tratadas conesos fármacos.

La epilepsia estuvo especialmente asociada con un aumentodel riesgo de necesitar una cesárea: un 50 por ciento más en elgrupo que no tomaba antiepilépticos y un 90 por ciento más enel grupo tratado farmacológicamente, tras considerar factorescomo la edad y partos previos.

La hemorragia posparto también fue más común en las mujerestratadas con antiepilépticos: un 19 por ciento frente a menosdel 14 por ciento del grupo sin epilepsia. Los autoresatribuyeron ese aumento de la frecuencia de sangrado a losantiepilépticos.

Esos fármacos, señalaron los expertos, aumentan el riesgode tener sangrados vaginales durante el embarazo, quizás por sucapacidad de provocar deficiencia de folato o por sus efectosen la vitamina K, que participa en el proceso de coagulaciónsanguínea.

Borthen aclaró también que se desconoce por qué las mujerestratadas con antiepilépticos tuvieron tasas tan elevadas deinducción del trabajo de parto y de cesáreas. Eso podría estarasociado con el hecho de que las mujeres que tomaban esosfármacos durante la gestación solían tener epilepsia más graveque el grupo que no necesitaba la medicación.

Los resultados se suman a evidencias recientes de que lasmujeres con epilepsia correrían riesgo de necesitar una cesáreao inducción del trabajo de parto, indicó la doctora Page B.Pennell, del Brigham & Women's Hospital y de la Escuela deMedicina de Harvard, en Boston, que no participó del estudio.

Ahora, la pregunta para los investigadores es por qué,planteó Pennell, que preside el comité asesor profesional de laFundación de Epilepsia.

Una posibilidad, dijo a Reuters Health, es que losobstetras sean más propensos a planificar una inducción o unacesárea en mujeres con epilepsia, en especial en los casos másgraves de la enfermedad.

Eso sería por temor a que tengan convulsiones durante eltrabajo de parto y el parto espontáneos, lo que en realidadocurre en menos del 2 por ciento de los casos.

Pennell insistió en que lo importante para esas mujeres esque el aumento del riesgo de necesitar un trabajo de partoinducido y cesárea, y de tener una hemorragia posparto, esrelativamente bajo.

Y agregó que las mujeres que toman antiepilépticos "nodeberían suspender el tratamiento".

Se desconoce si los resultados pueden extrapolarse a otrospaíses. Noruega, dijo Borthen, tiene una tasa bastante baja decesáreas. En cambio, en Estados Unidos, un tercio de los partoses por cesárea. Eso, para la especialista, permitió demostrarla diferencia de riesgos asociados con la epilepsia.

FUENTE: BJOG, online 18 de agosto del 2010

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