Este artículo se publicó hace 16 años.
China acusa al Dalai Lama de mentir al decir que busca la paz
El gobierno chino acusó hoy que el Dalai Lama de mentir cuando dice que busca la paz, y que lo demostró con su reciente "instigación y orquestación" de los "actos violentos y criminales" en Lhasa, la capital tibetana.
"El Dalai siempre ha mentido. Lo que importa no es lo que dice sino lo que hace. Y lo más reciente fue instigar y orquestar las graves actos criminales en Lhasa", manifestó hoy la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Jiang Yu.
"Con sus actos, el Dalai prueba que su búsqueda de la paz no es más que una mentira y un engaño", añadió Jiang.
El pasado día 6, el líder tibetano negó en un comunicado ser el instigador de las protestas en el Tíbet y explicó que ha efectuado "repetidas llamadas para que un organismo internacional lleve a cabo una investigación sobre el asunto.
La portavoz china señaló que "el Dalai Lama es el dirigente de un sistema teocrático, el episodio de esclavitud más oscuro de la historia de la humanidad, sin ningún tipo de democracia, libertad ni derechos humanos".
Al hablar de una "vía intermedia" para el Tíbet, lo único que pretende el líder espiritual tibetano es volver a los "tiempos oscuros" y su "paraíso previo", destacó.
No obstante, afirmó que, si el Dalai Lama "cesa en sus actividades separatistas y en sus actos criminales y violentos para interrumpir los Juegos Olímpicos, estaremos dispuestos a hablar con él".
Pero, añadió, "durante los años hemos visto que no ha abandonado sus actividades separatistas. Nuestras diferencias con él no son de naturaleza étnica ni religiosa, sino que se trata de un asunto que implica la soberanía e integridad territorial chinas y que afecta los sentimientos nacionales de los chinos".
El pasado 10 de marzo, los monjes budistas, apoyados por civiles de etnia tibetana, empezaron protestas pacíficas recordatorias del aniversario de la fracasada rebelión den 1959 contra el mandato chino, que acabó con el exilio del Dalai Lama.
Las protestas desembocaron en revueltas y actos de violencia en Lhasa y en otras regiones tibetanas chinas que, según la versión oficial china, dejaron 19 muertos, en su mayoría civiles de la etnia Han.
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