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El cineasta Arvelo propone un Cyrano de Bergerac venezolano, a ritmo de rap

EFE

Un Cyrano de Bergerac, pero de apellido Fernández y con ritmo de rap, es la atrevida propuesta del director Alberto Arvelo al Festival de Cine Latino Americano de Trieste para mostrar que el romanticismo también puede existir en los suburbios más violentos de Caracas.

"Cyrano Fernandez" es un héroe local con connotaciones de Robin Hood que guarda los principios y derechos de uno de los barrios más pobres de Caracas, donde la vida de un niño de diez años puede valer en ocasiones menos que las zapatillas de deporte que lleva puestas.

Se trata de un héroe social que roba el agua de los campos de golf de los ricos para dársela a los niños de su barrio o enfrentarse a los bandidos del narcotráfico, pero un héroe a la vez perdidamente enamorado de su vecina Roxana Padilla.

Arvelo, que compite por el premio al mejor filme, demuestra con su película dos cosas: que la tradición sirve para evolucionar sobre ella y que el romanticismo también es posible en medio de la miseria.

En efecto, la cinta es una "versión libre y sintética de uno de los más sensuales y violentos clásicos de todos los tiempos", el Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand, según se lee en mismo el catálogo del Festival de Cine de Trieste.

El acierto de Arvelo no es tan sólo encajar las piezas del rompecabezas en esa versión libre, sino acertar a la hora de adaptarlas para contar una historia contemporánea.

Una historia que contiene desde salsa hasta tintes de telenovela venezolana, pero que sobre todo se narra a ritmo de la poesía callejera que es el rap.

Un ritmo, por cierto, que también sirvió al director colombiano Lisandro Duque para contar su historia "Los actores del conflicto", proyectada el día anterior en Trieste, quizá porque la música y las palabras del rap nacen del cemento para narrar conflictos con un fuerte componente urbano.

La poesía callejera de "Cyrano Fernández" se escribe en las servilletas de papel de los bares y en las hojas sueltas de los cuadernos; pero también, como no, en mensajes electrónicos de los teléfonos móviles.

Un poco menos contemporánea y más relajada es la música y el tiempo de "Palabra por palabra" del argentino Edgardo Cabeza, otra de las películas en concurso en Trieste y que ya obtuvo el premio Signis de Postproducción en el Festival de San Sebastián del año pasado.

Una narración pausada a la fuerza, ya que el director argentino está más interesado en la memoria histórica y en la reflexión de la inutilidad de las guerras que en la actualidad cotidiana.

La guerra de las Malvinas, sobre la que se basa el filme, "es un pretexto, porque Argentina, como todos los pueblos, tiene un problema de memoria e intenta olvidar todas las cosas que hacen daño", declaró a Efe Cabeza.

Con alguna inspiración de Ingmar Bergman, "Palabra por palabra" es el diálogo de un soldado con su muerte; la "muerte universal de la guerra".

Por ese motivo, Cabeza entronca la guerra de las Malvinas con otra, la de Crimea, separada ambas por más de cien años, pero con rasgos similares, como la muerte de soldados jóvenes, muchos de ellos campesinos, sin preparación alguna para el combate.

De ahí surge, tanto la memoria como la reflexión sobre la inutilidad viciosa de la violencia: "El dolor de los que murieron servirá para la gloria de las guerras de mañana", asegura uno de los personajes de la película, la pionera de enfermería moderna Florence Nighthingle, heroína del humanismo en Crimea.

En el escaparate latinoamericano de Trieste, otra directora, la uruguaya Beatriz Flores Silva también se ocupó de la memoria en "Polvo nuestro que estás en los cielos".

Con ese filme en concurso, Flores Silva narra el fin de la oligarquía uruguaya con el golpe de Estado que llevó a la dictadura militar en junio de 1973, aunque para ello no elige el ritmo rapero de "Cyrano Fernández" ni el bergmaniano de "Palabra por palabra", sino uno más próximo al realismo mágico de Gabriel García Márquez o la comedia negra del balcánico Emir Kusturica en su "Undreground" (1995).

Flores recrea la caída de una oligarquía incapaz de ver que el mundo que ha creado se abre bajo sus pies.

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