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La ciudad de la vida y de la muerte

Benarés, más conocida en la India bajo el nombre de Varanasi, es el lugar más sagrado de los hindúes

ELISA RECHE

Varanasi, Benarés, Kashi: diferentes nombres para la ciudad más antigua del mundo. A Varanasi vienen los hindúes a morir. Sus cadáveres arden en las piras funerarias situadas en las escalinatas (ghats) que van a parar al Ganges y sus cenizas son posteriormente arrojadas al río sagrado.

Para los hindúes, el río Ganges es más que un poderoso caudal de agua que atraviesa el norte de India. Es una diosa, 'la madre Ganga', como se le conoce familiarmente, y a su paso por Varanasi, la más sagrada de las siete ciudades de peregrinación en el subcontinente, se produce una combinación única de agua y tierra. Quienes mueren aquí y sus restos son arrojados al río logran escapar del ciclo eterno de la reencarnación y alcanzan la liberación o moksha.

En ocasiones, los gritos de los familiares que transportan a los recién fallecidos en una camilla de bambú resuenan por las callejuelas de la parte vieja de la ciudad antes de la incineración. El crematorio eléctrico en el sur de la ciudad es menos popular que el de Manikarnika, donde hasta ocho cuerpos pueden ser quemados a la vez con diferentes tipos de madera, según la condición económica del muerto.

El viajero observa y huele los cadáveres arder entre la alucinación y el espanto. Algún mendigo tullido y esquelético aprovecha la confusión para sacarle dinero. Los familiares del difunto se rapan el cabello en señal de duelo también a la orilla del río.

Porque en Varanasi todo transcurre a orillas del Ganges. Junto con la muerte se celebra la vida. Desde muy temprano, al amanecer, hasta entrada la noche, los ghats se pueblan de mujeres que lavan la ropa, adolescentes que juegan al cricket, vacas, búfalos, monos y perros, niños que venden ofrendas florales para arrojar al río, ascetas saddhus ya sean reales o falsos ataviados con un turbante y hasta un millón de peregrinos al año, quienes acuden a bañarse al río para borrar sus pecados.

'Benarés es más antigua que la Historia, más antigua que las tradiciones'

Hombres y mujeres con saris se introducen en las aguas marrones del Ganges y después realizan unos hábiles movimientos para cambiarse la ropa mojada en público sin necesidad de mostrar un centímetro de piel. También ahuecan las manos y beben su agua contaminada por los cadáveres y los desagües de la ciudad.

Las más de 100 escalinatas que jalonan la orilla del río se entrecruzan con templos, fortalezas y antiguos palacios. Varanasi, ciudad con más de 3.000 años de antigüedad, fue en su origen un centro religioso dedicado a Suriá, el dios Sol. De ella afirmó el escritor estadounidense Mark Twain: 'Benarés es más antigua que la Historia, más antigua que las tradiciones, más vieja incluso que las leyendas y parece el doble de antigua que todas juntas'.

La luz tiene en la ciudad de Shiva una cualidad excepcional. Los amaneceres y atardeceres, ya sea en barca o sentado en una escalinata, se revelan amoratados, azules, rosados o naranjas y cubren de pronto lo insalubre de sus estrechas calles y la polución del río. Al caer la noche se celebra todos los días en el ghat Dasaswamedh una aarti o ritual dedicado al río con música y lámparas de aceite. La madre Ganga es reconocida.

Varanasi es tradicionalmente un centro de la música y del conocimiento en el subcontinente, así como un lugar sagrado para budistas y jainitas, además de hindúes. A diez kilómetros al norte de la ciudad, se encuentra uno de los cuatro centros de peregrinación para los budistas, Sarnath, donde Buda pronunció sus primeras enseñanzas bajo la sombra de un árbol en el siglo VI a. C. Pero Varanasi es hindú hasta la médula. Quien no conozca Varanasi, no conocerá India.

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