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Claudio Tolcachir llega a Madrid para ofrecer un maratón de su teatro

EFE

Cuando el silencio se instala es muy difícil derretir esa masa congelada "y ya ni vos mismo te acordás de lo que sentís", explica Claudio Tolcachir sobre el alma del taquillazo "La omisión de la familia Coleman" y el nexo con el ciclo que el Teatro Español dedica al aclamado, y joven, autor.

"La omisión...", "Tercer cuerpo" y "El viento en un violín" son los títulos que las Naves del Teatro Español en el Matadero programará, sucesivamente, y por ese orden, entre el 6 de abril y el 5 de junio, un maratón inusual que obedece al éxito de Tolcachir, que cuando llegó con la primera al Español hace tres años "dejó" a mucha gente con las ganas de ver su obra.

La segunda razón es que tienen contratos para llevarla por medio mundo hasta ¡2013!, como si fueran Plácido Domingo. "Sí, es una locura", admite satisfecho, y aún "incrédulo", en una entrevista con Efe el autor, actor, director y docente Tolcachir (Buenos Aires, 1975).

"Estuvimos -él y su compañía, Timbre 4- ensayando un año sin perspectiva ninguna de ganar dinero. Estrenamos en Buenos Aires en 2005 pensando que íbamos a estar dos meses y, de repente, nos encontramos ampliando días y días, y viajando a Europa, nosotros que no habíamos tomado un avión apenas, y teniendo un éxito loco", relata.

Llegaron a España, a la madrileña sala Pradillo, con cuatro funciones hace cuatro años, y ya al año siguiente saltaron al Español, donde la ocupación rozó el cien por cien cada noche de las tres semanas y media que ocuparon su Sala Pequeña.

"Nos quedamos extasiados, con la fascinación que uno siente por lo hermoso, mirando cada noche cómo la gente se apasionaba" con la historia de los Coleman, "un grupo que se esconde y mira para otro lado con el fin de seguir juntos".

Son gente estos Coleman, detalla, que habla sin parar, en un ir y venir constante, que se golpea, que da portazos, hace ruido, se aturde y aturde, pero que no se escucha sin que eso le importe a nadie.

"Están en medio de un caos que no les deja encontrarse a ellos mismos. No lo juzgo, es tremendamente humano. La primera vez que ves a alguien durmiendo en la calle te conmueve, al quinto día quizá mires para otro lado. Te acostumbras a lo terrible hasta verlo natural", afirma.

Él sólo "fotografía" lo que sucede en esa familia y lo que "omite"; no juzga; no propone soluciones ni respuestas; no da pistas para la reflexión ni lecciones de vida porque, dice, ni le corresponde ni sabría hacerlo.

"Lo que me atrae del teatro es crear una porción de realidad a través de la que la gente puede verse a sí misma. Para mí el teatro es una gran lupa que te alerta sobre ti mismo. Tiene que conmocionar y es suficiente con que cualquier dardo que te llegue, te modifique de alguna manera".

El espectador, asegura, no necesita esa pedagogía "tan de moda hace un tiempo", y agradece el teatro inteligente, el que insinúa, el que oculta y sugiere.

Lo que tiene en común "La omisión..." con las otras dos es que sus protagonistas son todos perdedores, con enormes ganas de que les ocurran cosas pero incapaces de "accionar".

Los Coleman "son ciegos a su entorno, simplemente sobreviven"; los oficinistas de "Tercer cuerpo" (2008) tienen muy claro quiénes son pero se avergüenzan de ello y mienten constantemente en su retorcida ambición, y los personajes de "El viento en un violín" son los más oscuros y violentos, los peores, aunque sea el amor el que los mueve.

Tolcachir, que dará una "master class" el 18 de abril y tendrá varios encuentros con el público, revela que escribió esas obras pensando en "sus" actores y que no se las imagina, por ejemplo, con españoles, aunque estaría "encantado" de que "otro" director las montara.

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