Este artículo se publicó hace 16 años.
Clinton llega como favorita a las primarias que se celebran en Pensilvania
Los aspirantes presidenciales demócratas Hillary Clinton y Barack Obama se enfrentan hoy en las primarias de Pensilvania, en las que la senadora por Nueva York, favorita en las encuestas, necesita una victoria clara para mantener sus esperanzas.
La participación en los 1.100 colegios electorales de Pensilvania, abiertos desde las 07.00 hora local (11.00 GMT), se desarrolla a buen ritmo.
"Está siendo una avalancha", declaró David Lipson, un supervisor demócrata, en el distrito de Upper Merion Township al periódico Philadelphia Inquirer.
Los colegios electorales tienen previsto su cierre a las 20.00 hora local (00.00 GMT) en este estado que llevará 158 delegados a la convención demócrata en Denver en agosto.
Las últimas encuestas dan a Hillary Clinton como favorita en unos comicios en los que hace seis semanas aventajaba en 20 puntos a su oponente, pero que Obama ha reducido a entre cinco y diez.
Clinton, que va por detrás de su rival en los resultados totales tanto en número de votos como en número de delegados comprometidos para la convención de Denver, necesita un triunfo claro en Pensilvania para mantener viva su campaña.
Una victoria por encima de los diez puntos le daría un importante impulso para las nueve primarias restantes y, con él, la posibilidad de convencer a los "superdelegados" (funcionarios y notables del partido que votan en la convención al candidato que prefieren) de que ella es la aspirante con más ventaja para derrotar al candidato republicano, John McCain, en las presidenciales de noviembre.
Por el contrario, una victoria ajustada, o un triunfo por sorpresa de Obama, dejaría al senador por Illinois en una magnífica posición de cara a las siguientes primarias y multiplicaría los llamamientos en el seno del Partido Demócrata para que Clinton retirara su candidatura.
En declaraciones al programa "Today" de la cadena NBC, la ex primera dama aseguró que seguirá con su campaña pase lo que pase hoy en Pensilvania e insistió en que una victoria siempre es relevante, sea por el margen que sea.
"No me parece que el margen importe. Lo que importa es que aún quedan un montón de comicios. Esta es una carrera muy reñida y no son solo las cifras lo que cuentan", declaró.
Por su parte, Obama admitió que es difícil que logre una victoria sorpresa en este estado, con una fuerte población de clase media baja y trabajadora que tradicionalmente favorece a Clinton.
En declaraciones a la cadena CBS, el senador por Illinois reconoció que "hemos recortado la ventaja (de Clinton), pero nuestra opinión siempre ha sido que aquí no somos los favoritos... Creo que ella es la gran favorita".
En un indicio de las expectativas, Clinton tiene previsto celebrar la noche electoral en Pensilvania, mientras que Obama lo hará en Indiana, que se perfila como la próxima gran batalla en estas primarias, el 6 de mayo.
Pero aunque la demografía en Pensilvania no le favorezca, Obama tiene una carta -o dos- debajo de la manga.
Para empezar, desde enero se han registrado en el censo electoral cerca de 200.000 nuevos demócratas, y se piensa que la mayor parte de ellos simpatiza con Obama. Si acuden en masa a votar, podrían desempeñar un papel importante en el resultado final de unos comicios a los que están llamados 8,3 millones de personas.
Y Obama, que aspira a ser el primer presidente negro de EE.UU. y ayer ganó un nuevo respaldo, el del cineasta Michael Moore, tiene una enorme ventaja en el terreno financiero.
La cuenta bancaria de su campaña guardaba a principios de abril cerca de 42 millones de dólares para emplear en anuncios y mítines, mientras que Clinton se encontraba en números rojos, con deudas de 10,3 millones de dólares y unos fondos de nueve millones de dólares.
Con estas cifras, Obama ha podido gastar el doble que su rival en anuncios, aunque en otros estados, como Texas u Ohio, el bombardeo de propaganda no evitó un triunfo de Clinton.
Ambas campañas se enzarzaron ayer en una disputa sobre sus anuncios televisados. La campaña de Clinton usó la imagen de Osama bin Laden para subrayar la capacidad de liderazgo de su candidata y acusar -sin nombrarlo- a su rival de debilidad.
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