Este artículo se publicó hace 13 años.
Conciliación familiar para luchar contra la corrupción
Merche Trujillo, 41 años. Parada
“Soy una mujer licenciada que trabajaba en una compañía de seguros. Desde que me quedé embarazada me hicieron la vida imposible, y cuando tuve un accidente y pedí la baja, me despidieron”. La “permisividad” del Gobierno con respecto a los trabajos “de mierda” fue el principal motivo de la indignación de Mercedes (Merche, como prefiere que la llamen) Trujillo, madre de dos niños, de 10 años y 18 meses, que compaginó durante varias semanas su vida familiar con su trabajo en la comisión de Comunicación de la Acampada Sol. “Si no fuera por mis hijos habría acampado allí”, asegura, a pesar de que su marido –de origen marroquí– no creía en el 15-M.
Merche, sin embargo, se comprometió con el movimiento porque no soporta “la corrupción”. Aunque antes ya colaboraba con otras organizaciones ecologistas, ahora elige como favorito el lema “Tu Botín, mi crisis” por su “doble sentido”. “Botín ha hecho un buen botín y, en general, todos los fraudes de los paraísos fiscales nos han hecho a los demás caer en esta crisis”, argumenta. Pero a pesar de sus ganas de luchar, también “por la reforma de la Ley Electoral”, ahora se ha desvinculado de las asambleas. “Me encantó la fuerza de la heterogeneidad que se unió en Sol pero no se ha sabido canalizar de manera inteligente”, lamenta. Aun así, todavía mantiene la esperanza: “Creo que es como un animal que se prepara para dar un salto y ese salto serán las elecciones”, aventura.
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