Este artículo se publicó hace 14 años.
"El condenado por desconfiado", atípica comedia religiosa de Tirso de Molina
La Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) propone una mirada renovada al teatro religioso con la puesta en escena de "El condenado por desconfiado", texto atribuido a Tirso de Molina, que se atrevió en su día a incorporar elementos desafiantes al habitual sermón teológico de la época.
No es habitual encontrar una pieza de temática religiosa protagonizada por bandidos y prostitutas, por lo que, aunque sea considerada una comedia de santos, esta obra "es en realidad una peripecia de bandoleros muy impregnada del teatro profano", ha recordado el director del montaje, Carlos Aladro.
"El condenado por desconfiado", que se representará desde este viernes y hasta el próximo 4 de abril en la sede actual de la compañía en el Teatro Pavón de Madrid, aborda la eterna dicotomía entre el bien y el mal, entre la salvación o la condena divina.
Es, en definitiva, una reflexión acerca de "cómo la idea de Dios afecta al orden moral de una sociedad" que a su vez indaga "en cuestiones más grandes que el hombre", ha asegurado Aladro.
Paulo, un joven ermitaño que se impone a sí mismo un largo retiro a las montañas para expiar sus improbables pecados, acude a conocer a un bandolero, Enrico, alumno aventajado del demonio.
Del encuentro entre ambos nace el viaje de la luz a las tinieblas de Paulo al ser incapaz de ver la bondad oculta del ladrón, que a su vez afronta el recorrido inverso hacia la salvación de su alma.
El Teatro Pavón inauguró su actividad tras su remodelación con este texto, pero "El condenado por desconfiado" no ha sido una obra muy representada desde entonces, tal y como recordó Yolanda Pallín, encargada de la adaptación del mismo.
Los responsables de este montaje se han acercado a la obra "con todo un aparato de preconceptos heredados de lo leído sobre ella", y sin haber podido ver ninguna representación anterior.
Para Yolanda Pallín, "la mejor forma de abordar esta adaptación es pensar en ella como un artefacto dramático y no como un sermón teológico, algo que no es", ha aseverado.
La duración de esta nueva versión se reduce a cerca de cien minutos, casi la mitad de las más de tres horas de las representaciones originales.
El juego entre luces y sombras de los cuadros de Francisco de Goya han servido "como referente pictórico aunque no histórico" a la hora de llevar a escena esta obra, perteneciente a un género, el de la comedia religiosa, "que es puramente español y que conviene reivindicar dentro del repertorio del Siglo de Oro", ha apuntado Carlos Aladro.
La versión que se presenta en el Pavón ha exigido un extenso trabajo común de Aladro y Pallín, inspirados "en todo material publicado hasta el momento".
Ambos han centrado sus esfuerzos en fusionar las distintas versiones de la obra, entre ellas una de los hermanos Machado o la que Miguel Narros presentó en los años 70.
Incómoda y crítica, un fraile como Tirso de Molina no podía aceptar esta obra como suya, de ahí que renegara de ella en vida, justificó Carlos Aladro con respecto a la discusión pública acerca de su autoría.
"Sólo la inteligencia creadora de un autor como Tirso de Molina puede plantear un juego escénico tan accesible como éste", ha proseguido el director de escena.
La compañía viajará con este texto durante el verano de 2010, visitando en junio el festival de Teatro Clásico de Cáceres y durante el mes de julio Elche, el festival de Teatro y Danza de Niebla (Huelva), el Festival de Teatro Clásico de Almagro y el Festival Clásicos en Alcalá -Alcalá de Henares (Madrid)-.
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