Este artículo se publicó hace 13 años.
La conmoción por el seísmo deja desiertas las calles de Tokio
Las calles de Tokio, famosas por su ritmo frenético, aparecen hoy sábado casi desiertas y los escasos viandantes reflejan en sus caras preocupación después de la conmoción vivida por el terremoto del viernes, el mayor de la historia de Japón.
Las principales vías de una ciudad con más de 30 millones de habitantes en su zona metropolitana, por lo general atestadas los sábados, apenas contaban este mediodía con viandantes ni vehículos aunque poco a poco la capital japonesa va retomando su pulso.
La normalidad ha vuelto al sistema de comunicaciones y transporte después de que ayer no funcionasen los móviles y de que la suspensión del metro de Tokio y los trenes de cercanías obligase a muchos miles de personas a dormir en improvisados refugios como pabellones, colegios o sus propias oficinas.
Aún así, persisten secuelas del caos y no todos los supermercados están tan abastecidos.
Muchas tiendas de alimentación se quedaron sin suministros por las miles de personas atrapadas en el centro de Tokio, habitado por unos trece millones de personas.
La megafonía distribuida en numerosos puntos de la capital japonesa pide a los ciudadanos que reduzcan el consumo eléctrico al mínimo, ya que la demanda esperada para Japón entre las 18.00 y 19.00 horas local era superior a lo que se podría abastecer.
La operadora de electricidad Tokio Electric Power (TEPCO) alertó desde primera hora de que pueden producirse apagones en muchas zonas de Japón, debido a que algunos generadores quedaron dañados por el fuerte seísmo de 8,8 grados en la escala abierta de Richter.
Este sábado, un hermoso día soleado, la mayoría de los tokiotas han preferido permanecer en sus casas y seguir junto a sus familias a través de televisión o internet las consecuencias de la intensa sacudida que padecieron.
La milla de oro en el barrio de Ginza, que acoge las grandes tiendas de lujo, presentaba una afluencia inusualmente baja para un sábado y su cruce principal, entre los grandes almacenes Mitsukoshi y un comercio de Nissan, estaba casi desierto.
"Normalmente, a esta hora llevo ya decenas de clientas, pero en lo que va de día sólo han entrado dos señoras", relató a Efe una peluquera del barrio de Ginza, uno de los más exclusivos de Tokio.
En las calles, las caras de los viandantes mostraban preocupación y había menos algarabía de lo habitual en la ciudad que tiene la densidad de población mayor del mundo.
"Intentamos hacer vida normal", reveló a Efe un padre que venía de acompañar a su hijo de una actuación musical, "pero es cierto que no podemos impedir que la tragedia vuelva de tanto en tanto a nuestras mentes", contrapuso.
Los andenes del metro capitalino funcionaban desde primera hora de la mañana, una vez que desde las 22.00 hora local del viernes (13.00 GMT) comenzó a restablecerse paulatinamente un servicio que estuvo interrumpido durante siete horas.
Además, más de 900 vuelos se cancelaron ayer en los aeropuertos de Japón y los de Tokio, Narita y Haneda, abrieron hoy sus pistas aunque hubo algunos retrasos y problemas en los accesos por carretera.
Rafa Caballero
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