Este artículo se publicó hace 15 años.
Conocer la tierra desde las estrellas
Starlab se dedica a la investigación científica. Sus dos ramas principales son la neurociencia y el espacio
Tradicionalmente, la filosofía empresarial no ha casado bien con la científica: si la primera suele perseguir el beneficio rápido, la segunda habitualmente se desentiende del rédito económico. Starlab trata de aliar y potenciar mutuamente estas dos culturas para crear un empresa de éxito, tanto comercial como científico, cuyos mayores avances han sido en los campos de la neurociencia y el espacio.
La clave reside en la pareja de fundadores de la empresa, que simbolizan esa dualidad de filosofías: Ana Maiques, valenciana y economista; y Giulio Ruffini, físico y matemático; casados y residentes en Barcelona.
"Empezamos esta aventura porque nuestros roles son muy complementarios. Yo pongo la visión economicista y él la tecnológica", explica Maiques. "A ambos nos apasiona la ciencia, pero, para que la empresa sea sostenible, yo tengo que asegurarme de que todas las investigaciones tengan un retorno económico".
La pareja se había encargado de poner a andar la sede barcelonesa de la empresa belga Starlab. Ante su inesperada quiebra, decidieron dar el gran salto y comprarla: "Mantuvimos su denominación, pero redefinimos el modelo de negocio y creamos una empresa de capital privado español".
Surgió de las cenizas de una compañía belga del mismo nombreCorría el año 2001. Una de sus primeras decisiones fue buscar una sede que se adaptara a la doble cultura que deseaban insuflar a su aventura. Eligieron el Observatorio Fabra de Barcelona, ubicado en la cumbre del monte Tibidabo. "La relación de un edificio histórico y romántico con una empresa de nuevas tecnologías nos parecía muy interesante. Desgraciadamente, las oficinas ya se nos están quedando pequeñas y nos tendremos que mudar en poco tiempo", cuenta Maiques.
Desde entonces, Starlab no ha hecho más que crecer. De sus laboratorios, poblados por un heterogéneo equipo de empleados (un total de 30, entre físicos, ingenieros electrónicos, de telecomunicaciones, biólogos, neurocientíficos, economistas, abogados venidos de Japón, EEUU, Italia, Francia) han surgido productos como Enobio, "un sistema inalámbrico para leer la actividad cerebral", explica la directora de Starlab, "con lo que se evita que el paciente esté inmovilizado en una silla, lleno de cables y gel".
Sus aplicaciones son diversas: investigación del comportamiento cerebral y otras prácticas, para personas con epilepsia o desórdenes del sueño. "Además, estamos investigando su posible uso como sistema de alerta, que se asegura de que el conductor de un vehículo no se duerme al volante", dice.
La otra gran rama de investigación de Starlab es la interpretación de los datos ofrecidos por satélites, que permiten determinar, por ejemplo, la cantidad y calidad de las aguas o prever el volumen fluvial que proporcionará el futuro deshielo de una determinada cordillera.
Entre sus productos está un sistema que lee la actividad cerebral sin cablesValores científicosOtra de las posibilidades que ofrecen los sensores diseñados por Starlab es la de localizar en el océano vertidos de hidrocarburos, como explica Giulio Ruffini, la mitad científica de sus dos creadores: "Los satélites trabajan con señales de radar de microondas, la tecnología SAR (Radar de Apertura Sintética); es decir, toman imágenes de la superficie del mar pero no con el espectro visible, sino con el espectro de microondas. Esto permite ver y estudiar la superficie del océano, independientemente de si es de día o de noche, con nubes o sin nubes".
Fruto de sus investigaciones, nació Star2Earth hace dos años, una spin-off que se dedica a la comercialización de Ocean Pal, un sensor que mide la altura de las olas del mar, por lo que puede ayudar a prever tsunamis y maremotos. Esta filial de Starlab ha sido acogida por la Agencia Europea del Espacio (ESA) en su incubadora de empresas de Estec (Holanda).
Los dos millones de euros facturados por este "laboratorio de las estrellas" barcelonés en 2008 (frente a los 700.000 euros de 2005, por ejemplo) atestiguan su rápido crecimiento. "Tanto la rama espacial como la neurocientífica ofrecen un enorme potencial de investigación y comercial", asegura su directora comercial.
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