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La corrupción disminuye en Latinoamérica, pero el soborno es aún una práctica frecuente

EFE

La corrupción en América Latina descendió el pasado año, aunque el soborno sigue siendo una práctica extendida en países como Bolivia y Ecuador, según un informe de la organización Transparencia Internacional presentado hoy en Berlín.

El estudio complementa el índice de corrupción mundial difundido por esta organización no gubernamental el pasado mes de agosto, pero no es plenamente representativo pues no incluye la situación en México, Brasil, y Chile, entre otros países.

Pese al descenso registrado, los ciudadanos de los países latinoamericanos analizados suspenden globalmente la actuación de sus gobiernos en la lucha contra la corrupción, pues solo el 29 por ciento cree que esa lucha es "eficaz", frente al 54 por ciento que la califica de "ineficaz".

En Argentina estos porcentajes son del 15 y 73 por ciento respectivamente; en Bolivia del 25 y el 31 por ciento; en Guatemala del 24 y 59 por ciento, y en Perú del 20 y el 53 por ciento.

Por el contrario, en Colombia el 49 por ciento de los ciudadanos considera "eficaz" la actuación del gobierno contra la corrupción, frente a un 41 por ciento que la califica de "ineficaz", y en Venezuela tienen una percepción positiva el 38 por ciento y negativa el 33 por ciento.

Según el director de programas de Transparencia Internacional en América, Alejandro Salas, las víctimas de la corrupción en la región latinoamericana son las personas con menos recursos y eso agrava la situación de desigualdad y pobreza.

El grado de corrupción varía, pero los ámbitos en los que se impone el soborno a cambio de una prestación son generalmente los mismos: la policía, el sistema judicial, la política, el sistema de salud, la educación y los servicios.

En la relación presentada hoy por Transparencia Internacional, América Latina aparece en cuarto lugar del mundo donde más sobornos se pagan (el 13 por ciento de la población tuvo que hacerlo el pasado año para obtener un servicio público), por detrás de África (42%), Asia y Pacífico (22%) y Rusia (21%).

El país a la cabeza en el apartado latinoamericano es República Dominicana (28%), seguido de Bolivia (27%), Perú (18%), Panamá (13%), Venezuela (12%) y Argentina, que cierra la relación con un 5 por ciento de encuestados a los que el pasado año se les pidió y pagó un soborno para obtener un servicio publico.

Según Salas, estos porcentajes denotan que la corrupción sigue formando parte de la vida diaria de muchos latinoamericanos, pero también de la falta de sensibilidad de la nueva generación de gobernantes hacia una problema que causa daños millonarios.

"Los reformadores, los luchadores contra la corrupción como Vicente Fox en México o Alejandro Toledo en Perú han desaparecido de América Latina en las últimas elecciones parlamentarias o han sido reelegidos, como Luiz Inácio Lula da Silva, sin mediar palabra sobre esa cuestión", afirmó Salas.

Para el representante de Transparencia Internacional, la ausencia de la lucha contra la corrupción en los programas políticos o agenda de gobierno es un error y una muestra de torpeza política porque "luchar contra la corrupción genera votos".

Salas valoró en ese sentido la labor de limpieza que se está haciendo en Brasil y que ayer provocó la dimisión del presidente del Senado, Renán Calheiros.

Respecto a Venezuela, donde según Salas la labor de Transparencia Internacional no resulta fácil, ya que "las organizaciones no gubernamentales internacionales son vistas como un tentáculo imperialista", la situación mejoró, al menos a nivel municipal.

Agregó que en Venezuela hay alcaldes seguidores del presidente Hugo Chávez y de la oposición muy activos en la lucha contra la corrupción e, incluso, hay cierta competencia política, pues "en los municipios, los más próximos al ciudadano, los políticos han intuido que combatir el soborno puede traducirse en votos y abrir la puerta de la reelección".

Los indicadores de percepción de cómo va a evolucionar la corrupción son similares, pues sólo el 23 por ciento de los latinoamericanos cree que disminuirá, el 25 por ciento opina que seguirá igual y un 52 por ciento intuye que empeorará.

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