Este artículo se publicó hace 13 años.
La cosmogonía maya emerge del mar
Dos estudios acercan sus creencias
Entre 1949 y 1952, el gobierno mexicano financió la primera gran campaña de investigación de la antigua ciudad maya de Palenque, una de las más grandes de su tiempo y a la que la selva chiapaneca había devorado. La campaña liderada por el arqueólogo mexicano Alberto Ruz L'Huillier abrió el camino a los investigadores e hizo grandes aportaciones al conocimiento de una sociedad cuya atracción para los europeos no ha dejado de crecer desde entonces.
Durante esa primera empresa, Ruz L'Huillier descubrió uno de los templos mejor conservados de toda la civilización mesoamericana, el conocido como Templo de las Inscripciones. Este santuario ha sido fundamental en el estudio de la cosmogonía maya y su concepción religiosa del mundo, además de fomentar el conocimiento de la escritura maya. Medio siglo después de su descubrimiento, este recinto religioso sigue mejorando nuestro conocimiento sobre una sociedad en la que la percepción del tiempo jugó un papel fundamental en la religiosidad. Durante los primeros estudios, abrumados por los jeroglíficos, altares y tumbas, los investigadores pasaron por alto la presencia de fósiles marinos en los templos.
Los resultados del estudio de piezas fósiles marinas halladas en el mar permiten conocer el origen de las creencias en un inframundo acuático
Un grupo multidisciplinar de investigadores integrado por arqueólogos, antropólogos, físicos y geólogos, ha analizado 31 piezas fósiles aparecidas en Palenque. Sus conclusiones, publicadas hace justo un año, son extraordinariamente llamativas, esos fósiles marinos se corresponden con restos de animales que poblaron Mesoamérica cuando esta región se encontraba anegada por el mar.
La existencia de estos restos en un recinto templario tiene dos explicaciones claras, según los investigadores. Por un lado, muestra que los mayas tenían un conocimiento elevado de su pasado prehistórico, algo que va en consonancia con el estudio del tiempo, en el que se volcaron durante centurias, y que les permitió desarrollar uno de los más completos calendarios. Por otro lado, ese conocimiento se entronca y entrelaza con sus propias creencias, ya que para los mayas el Inframundo estaba relacionado con el agua y la consciencia de ese pasado prehistórico tuvo una influencia capital en el desarrollo de ese dogma abisal.
El conocimiento de las costumbres religiosas mayas también se completó hace ahora un año con la publicación de los resultados de otra investigación impulsada en Guatemala. En el yacimiento de El Zotz, "murciélago" en lengua maya y sito cercano a otro de los grandes núcleos mayas, Tikal, los arqueólogos encontraron la tumba de un antiguo rey maya, fundador de la dinastía que convirtió esa ciudad en una de las más importantes de la región.
La cámara en la que encontraron la sepultura había permanecido perfectamente sellada durante más de 1.600 años, lo que permite estudiar las costumbres funerarias mayas. La tumba "es como su depositario de riqueza con textiles y artículos comerciales, y eso es lo sorprendente del asunto", afirmó Stephen Houston, director de la excavación. La fosa también alberga los cadáveres de seis niños, algunos de ellos en edad lactante, que prueba los sacrificios rituales efectuados durante los funerales.
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