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La crisis europea y pulso de los emergentes en los retos del FMI dirigido por Lagarde

EFE

El Fondo Monetario Internacional (FMI) encara sus primeros encuentros anuales capitaneados por Christine Lagarde, con la sombra de la crisis de la deuda europea y la creciente exigencia de poder por el grupo de economías emergentes encabezado por los BRICS.

La elección en julio pasado de Lagarde, hasta entonces ministra de Finanzas de Francia, ya generó críticas por parte de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) los cuales vieron en la decisión del FMI una defensa del viejo orden, pese a las continuas apelaciones al reequilibrio de poder internacional.

Los últimos datos aportados por el organismo internacional en su informe bianual de "Perspectivas Económicas Globales" reafirman la doble velocidad de crecimiento mundial reivindicada por las economías emergentes, que muestran una tasa anual superior al seis por ciento, en los próximos dos años, frente a la ralentización de las economías avanzadas que crecen por debajo del dos por ciento.

La volatilidad de los mercados no parece cesar alimentada por la inestabilidad y la percepción de una falta de unidad en la zona euro, en la que tres países (Irlanda, Portugal, Grecia) están sujetos a programas de rescate internacional, y otros como España o Italia han visto elevarse peligrosamente las primas de riesgo de su deuda.

Los ministros de Finanzas de los BRICS anunciaron que tienen previsto reunirse en Washington, donde participarán en los encuentros de otoño del FMI y el Banco Mundial (BM) de finales de semana para analizar una posible ayuda a los países europeos.

El titular brasileño, Guido Mantega, redujo las expectativas al señalar que Europa tiene los instrumentos para hacer frente a la crisis de deuda por lo que no necesita una hipotética ayuda externa, aunque mantuvo el misterio acerca de la agenda de la reunión del grupo.

Lo que es probable es que, en un nuevo gesto de músculo político, renueven sus exigencias de una mayor representación de las economías emergentes en el organismo internacional como reflejo del nuevo orden económico mundial.

El presidente del Banco Mundial, el estadounidense Robert Zoellick, co-anfitrión de estas reuniones junto con Lagarde, reincidió hace poco en esta necesidad de reequilibrio.

A su juicio, "los viejos modelos ya no funcionan" y las nuevas realidades económicas reflejan "un complicado conjunto de relaciones" entre los países desarrollados y los en desarrollo.

En la presentación del informe de Estabilidad Financiera Global, el director de Asuntos Monetarios del FMI, José Viñals, urgió hoy a las autoridades europeas a ofrecer respuestas "políticas coordinadas y creíbles" para atajar los temores de los mercados y evitar así un nuevo colapso financiero.

"Europa comparte moneda, pero el resto de las decisiones se toman en cada uno de los diferentes ministerios de Economía, lo que hace que todas las medidas que se toman sean reactivas, y siempre están detrás de la curva", afirmó Domenico Lombardi, economista del Brookings Institute en Washington y ex funcionario del FMI.

Lombardi destacó en una reciente charla la dificultad a la que se enfrenta Lagarde quien, dijo, puede actuar como interlocutora entre los países, pero "no ocupar el espacio provocado por el vacío político e institucional existente en la zona euro desde el que se puedan encarar los problemas".

Lagarde, quien acudió en múltiples ocasiones a las reuniones del FMI siendo ministra y que recibirá esta vez a sus colegas como directora gerente del Fondo, siendo la primera mujer al frente del organismo multilateral creado en 1944, deberá enfrentar estos desafíos conjuntos para salir de la "nueva peligrosa fase" en la que ha entrado la economía mundial.

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