Este artículo se publicó hace 16 años.
Cruce de miradas entre África y Europa, en "inesperadas" fotos de Kapuscinski
La penetrante mirada de un soldado africano, plasmada en una fotografía, recibe desde hoy en Valladolid a los visitantes de la exposición del mítico periodista polaco Ryszard Kapuscinski, del que hasta hace pocos años se desconocía esta faceta gráfica, eclipsada por su celebrada narrativa.
Las crónicas y grandes reportajes sobre África parecían ser su legado para la historia del periodismo, pero las decenas de fotografías seleccionadas por él mismo para ilustrar la entrega del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003 descubrieron esta memoria visual de Kapuscinski.
El cruce de miradas que se produce entre el visitante de la muestra y los protagonistas de las fotografías revive el momento en el que el propio Kapuscinski se puso tras el objetivo de la cámara fotográfica para dispararla, en algunos casos a pocos metros de hombres, mujeres o niños armados con escopetas.
Gentes de Zambia, Kenia, Nigeria, Somalia, Senegal, Nigeria, Togo, Ghana, Congo, Benín, Etiopía, Malawi, Mali, Egipto, Túnez, Camerún, Eritrea, Mozambique, Uganda, Sudán, Tanzania, Costa de Marfil, Tchad, Liberia, Libia y Gabón acaparan las instantáneas que componen la exposición: "muy representativa de la pluralidad africana", en opinión del presidente de la Asociación de Periodistas Europeos (APE), Diego Carcedo, que la ha presentado en Valladolid.
La censura de la Polonia comunista que impregnaba la Agencia Polaca de Prensa, en la que desarrolló principalmente su actividad periodística, y la escasez de medios económicos fueron, en opinión de Carcedo, dos problemas que Kapuscinski convirtió en herramientas para hacer un periodismo más humano, alejado de la información política e institucional del continente africano, inmerso en pleno proceso de descolonización en la segunda mitad del siglo XX.
La fotografía de un joven Kapuscinski a lomos de una mula en Etiopía ejemplifica, a modo de presentación del autor, las dificultades del reportero para desarrollar su carrera periodística: "una lección sobre la importancia de contar los hechos con arreglo a la verdad hasta el máximo", en opinión de Carcedo, quien cree que las cortapisas que encontró el periodista polaco le permitieron "acceder al alma de los pueblos".
Para el presidente de la Asociación de Periodistas Europeos, Kapuscinski "no era consciente del valor que tenían estas fotografías" y "tampoco lo fue de su valor como periodista y escritor, porque estaba muy metido en su mundo y estaba limitado por el idioma" (al escribir en polaco).
Sin embargo, según Carcedo, la ampliación de las libertades en Polonia como consecuencia de la caída del sistema comunista le abrió otras vías profesionales que le permitieron difundir más su narrativa, con aplaudidos títulos como "La guerra del fútbol y otros personajes", "El imperio", "Los cínicos no sirven para este oficio" y su última obra "Viajes con Herodoto", publicada en 2006, el mismo año de su fallecimiento en Varsovia.
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