Este artículo se publicó hace 15 años.
La cumbre cierra con un acuerdo de mínimos y el rechazo de varios países
La cumbre sobre el cambio climático de Copenhague se cerró con un acuerdo de mínimos, que tuvo la oposición abierta y dura crítica de varios países como Venezuela, Nicaragua, Cuba o Bolivia.
Apenas cinco horas después de que Barack Obama abandonara la cumbre de Copenhague en el Air Force One, con un supuesto "acuerdo" para frenar el cambio climático bajo el brazo, varios de los delegados de los 192 países que debatieron el texto en un plenario de madrugada dejaron claro que era insuficiente y que, además, no era tal acuerdo. El texto, bautizado como el Acuerdo de Copenhague, es el fruto de dos años de negociaciones, que culminaron en el cónclave político de la capital danesa.
Sin embargo, pese a las expectaciones creadas, no es vinculante, no contiene cifras de recorte de emisiones de CO2, ni la creación de un sistema de control internacional para verificar las emisiones de los países emergentes (China, India, Brasil). Pero pone dinero encima de la mesa: 30.000 millones de dólares para pagar la adaptación al cambio climático de los países pobres entre 2010 y 2012. Y fija un vago objetivo de evitar una subida de más de dos grados en la temperatura del planeta. Para Obama, es "un gran avance sin precedentes".
Tras lograr el "acuerdo", el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, aseguró en una rueda de prensa que trabajará para convertir ese texto "en un tratado legalmente vinculante en 2010". Ban destacó que "los cimientos del primer acuerdo global para limitar los gases de efecto invernadero se han puesto en esta cumbre", aunque no precisó fecha alguna. Sí se encargó de recordar que la presidencia de la próxima conferencia sobre el cambio climático tendrá lugar en México el año que viene, dando por hecho que allí se lograrán más avances.
Pero los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), secundados por otros países en desarrollo, tumbaron la pretendida concordia vendida por la UE. "Señor presidente, siento decirle que Tuvalu no acepta este documento", dijo Ian Fry, el representante de este Estado insular, situado a medio camino entre Hawái y Australia, que podría desaparecer con la subida del nivel del mar provocada por el calentamiento global. "Van a aprobar un golpe de Estado contra Naciones Unidas", espetó a continuación la portavoz de Venezuela, Claudia Salerno. "Este acuerdo en la sombra es un documento que no expresa los casi dos años de discusión", prosiguió el representante de Bolivia. Y Cuba remachó: "Señor presidente hace cuatro horas que el presidente Obama anunció un acuerdo que no existe". El portavoz de Sudán fue el más contundente: comparó la inacción en la cumbre con los crematorios nazis.
Esta es la razón por la que la presidencia de la conferencia anunció que había "tomado nota del acuerdo de Copenhague del 18 de diciembre de 2009" y decidió incluir en su encabezamiento una lista de los países contrarios al texto.
El supuesto Acuerdo de Copenhague fue cocinado por 26 países -entre ellos EEUU, Brasil, India, China, Francia y España- escogidos por la presidencia danesa de la cumbre entre los 192 presentes. Las potencias mundiales suscribieron el texto ayer por la noche pero, según las reglas de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, el acuerdo tiene que ser aprobado por unanimidad en un plenario. Muchos países se sintieron excluidos y, además, decepcionados por el esmirriado resultado de una de las cumbres con más líderes mundiales de la historia. El presidente del plenario, el primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, tuvo que rebajar la categoría del documento para calmar la trifulca entre los países. A las 8:00, con cara de sueño, admitió que el Acuerdo de Copenhague no podía ser aprobado por el plenario de la cumbre. Cerca de las 11:00, después de una pausa solicitada por Reino Unido, el plenario aprobó "tomar nota" del Acuerdo de Copenhague. Los países bolivarianos tumbaron la propuesta de Obama.
Las ONG también rechazaron el acuerdo impulsado por EEUU y la UE. "La ciudad de Copenhague es hoy el lugar del crimen climático, con los culpables huyendo avergonzados al aeropuerto", aseguró Greenpeace, en referencia a la mayor parte de los 120 líderes mundiales presentes en la cumbre, que abandonaron la capital danesa antes de que el magro acuerdo fuera aprobado en el plenario. "El acuerdo es un triunfo de la propaganda por encima de la sustancia. Reconoce la necesidad de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados, pero no compromete la manera de hacerlo", criticó el director ejecutivo de Oxfam Internacional, Jeremy Hobbs.
La Ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Elena Espinosa, reconoció anoche el descalabro: "El documento no es todo lo ambicioso que la UE hubiera deseado, pero la única alternativa que teníamos era el absoluto fracaso".
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