Este artículo se publicó hace 15 años.
Dalí, Arcimboldo y Raetz, maestros de la ambigüedad óptica, suceden a Picasso
El Grand Palais de París se abre hoy a un nuevo experimento artístico, el de la exposición "Una imagen puede ocultar otra. Arcimboldo - Dalí - Raetz", tras el memorable éxito de taquilla de "Picasso y los Maestros".
Ni Picasso ni los maestros dejaron por completo el edificio, pues algunas de sus obras acompañan a los tres artistas citados, que ocupan un lugar muy especial, aunque no están solos en esta exhibición de carácter conceptual, promovida por la Reunión Nacional de Museos de Francia (RMNN).
Los comisarios de la muestra, Jean-Hubert Martin y Dario Gamboni, reunieron tras una "rigurosa selección" un peculiar conjunto de 250 objetos y obras de arte de la más diversa índole, dibujos, grabados, óleos, esculturas y películas, de las más variadas épocas y lugares.
La obra de Salvador Dalí (1904-1989), tan "enigmática como imprevisible", ocupa entre todos ellos un lugar "a parte", según los comisarios, pues desde que pintó "L'Homme invisible" (1929) se interesó por la imagen doble y la convirtió en el "instrumento principal de su método paranoico-crítico".
Al igual que Markus Raetz (Berna, 1941), Dalí cuenta con una sala monográfica, que incluye obras como "Triple accord: portrait de Franco" (1939), propiedad particular.
Otras creaciones suyas están desperdigadas por las 21 salas en que se divide la muestra, algo que no es de extrañar pues fue una tela de Dalí, "L'Enigme sans fin" (1938), la que dio pie en 2003, en el Museo Kunst Palast de Düsseldorf, a una primera versión de este evento, ahora "enteramente renovado y muy enriquecido", siempre sobre el mismo concepto, explicaron sus promotores.
Los "Mitos originales", la ilustración de cómo la mimesis y la imagen doble ocupan un papel principal en el Renacimiento, "cuando las rocas que toman a veces la apariencia de rostros humanos se multiplican en la pintura religiosa", y las imágenes satíricas conforman algunos de los espacios del Grand Palais.
Junto a temas como la deformación reversible de la imagen (anamorfosis), el alfabeto antropomorfo, siluetas y proyecciones diversas, manchas artísticas y psicológicas como las de el test de Rorschach, perspectivas curiosas, efectos de cara y cruz y dobles imágenes cinematográficas.
Visiones alegóricas, miniaturas del imperio Mogol (fundado en el subcontinente indio en 1526) "que funcionan con el mismo principio" que los retratos vegetales de Giuseppe Arcimboldo (1527-1593), paisajes antropomorfos, analogías entre el rostro y el torso e ilusiones espaciales cuentan con salas bien diferenciadas.
Al igual que la ambigüedad sexual y la anatomía del deseo, con audaces mutaciones de falos en figuras humanas, actos sexuales y ritos de fertilidad de diferentes culturas.
Para ilustrar la tesis de fondo, la escenografía de Véronique Dollfus destacó algunas citas de Leonardo Da Vinci sobre el arte, la naturaleza y la visibilidad de lo invisible.
Según los comisarios, su objetivo fue ilustrar la diversidad de los caminos tomados por los artistas "jugando con la percepción visual" y resaltar "tanto la complejidad como la permanencia" del principio creativo de las imágenes dobles y múltiples a lo largo de la historia, comentaron.
Gran originalidad de la exposición, el visitante, si quiere disfrutarla de verdad, tiene que detenerse ante cada obra. observarla a fondo, impregnarse de ella, única manera de acceder a sus significados ocultos.
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