Este artículo se publicó hace 15 años.
Danza contra el nacionalismo flamenco
Tres compañías belgas llegan este fin de semana al Festival de Otoño de Madrid
"En Bélgica no hay una tendencia que unifique la danza contemporánea, pero sí hay una coincidencia, y es nuestra dimensión internacional y que estamos en contra del nacionalismo". Para el coreógrafo Jan Lauwers, que ha traído el espectáculo Isabellas Room al Festival de Otoño de Madrid, este es el estado actual de la danza contemporánea en su país. No es una única visión. Sus compatriotas Anne Teresa De Keersmaeker, que este fin de semana pone en escena The Song, y Koen Augustijnen, que trae la obra Ashes, corroboran su planteamiento.
Lauwers hace su comentario al hilo del ascenso del partido separatista de ultraderecha Vlaams Belang en Flandes. Una situación absurda "ante un país tan pequeño en el que tienes que saber tres idiomas si quieres trabajar. Yo escribo las obras en flamenco, pero no las he visto nunca representadas en ese idioma", señala.
El coreógrafo también sugiere el incipiente cambio del sistema de subvenciones hacia "una órbita de mercado capitalista muy parecida a la que lanzó Margaret Thatcher en Inglaterra en los ochenta y que acabó con muchas compañías de teatro y danza en los ochenta. Seguramente, en los próximos años, muchas compañías belgas tendrán que cerrar".
"Gracias a los apoyos, creo que el clima de danza ahora es muy bueno"
La situación, sin embargo, aún no ha llegado a la catástrofe. Para Koen Augustijnen, en la actualidad hay una enorme creatividad en el mundo artístico belga, debido en gran parte a las ayudas recibidas durante la década de los ochenta y noventa.
"Yo pertenezco a una generación más joven que la de Jan y Anne Teresa y su trabajo me estimuló mucho. Para nosotros, su labor fue muy importante. Gracias a los apoyos, creo que el clima de danza ahora es muy bueno", comenta. Lauwers aprovecha para reseñar que aunque "hasta ahora el sistema nos ha permitido sobrevivir, nosotros no podemos montar enormes compañías como la de Pina Bausch con 40 bailarines. Aquí son más pequeñas".
Un mundo fugazLas propuestas que han traído los coreógrafos estos días a Madrid se enmarcan dentro de esta atmósfera. The Song es la última pieza de Anne Teresa De Keersmaeker y muestra cómo ha evolucionado esta coreógrafa desde la impactante Rosas danst rosas estrenada en 1983 hasta la actualidad. "Mi última pieza es más minimalista. Y es un lenguaje más masculino. La obra es mi respuesta a la velocidad y complejidad del mundo en el que vivimos", explica De Keersmaeker.
Isabellas room parte de la idea de Lauwers de la necesidad de conectar más y mejor con el espectador. "El problema del siglo XX es que se ha hecho arte para los artistas, pero no para el público. Ha llegado el momento de contar historias", argumenta. Por último, Ashes, de Augustijner, es un retrato de lo que supone una pérdida.
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