Este artículo se publicó hace 15 años.
David Delfín dice que le encanta la curiosidad de los estadounidenses
El diseñador español David Delfín, que se hizo famoso en el 2002 con una colección en la que las modelos llevaban la cabeza cubierta y sogas en el cuello, tiene la vista puesta en EE.UU., un país con el que comparte el interés por lo nuevo.
"Me encanta el mercado estadounidense, están siempre deseando descubrir algo nuevo", dijo a Efe el modisto, que presentó esta semana una muestra de su obra en Washington en una instalación con vídeo, fotografías y maniquíes con sus diseños.
La exhibición en la Galería Corcoran incluía imágenes de algunos de los impactantes diseños con los que el modisto, original de la localidad malagueña de Ronda, ha saltado a la fama.
Entre ellos estaba una fotografía de una modelo con un tatuaje sobre uno de sus pechos desnudos, la cabeza cubierta y una soga al cuello y otra de una niña con unos profundos ojos azules y un aire mortecino subrayado por un vestido blanco con hormigas.
"Es una niña casi muerta", comentó a Efe Sarah Schall, una fiscal estadounidense que trabaja en casos de abusos sexuales y quien se confesó "perturbada" por la exposición, que describió, aun así, como "muy interesante".
Su foto favorita fue la de una modelo desnuda de cintura para arriba, con una camisa transparente que le cubría la cabeza y que proyectaba los contrastes típicos de la obra de Delfín.
"Es una especie de monja sexual, una mujer con manos de hombre, una mezcla entre el conservadurismo y el mundo de la alta costura", concluyó Schall.
No todos los asistentes compartían, de todos modos, el amor por la obra de Delfín.
"No me inspira, sinceramente", dijo a Efe Samuel Gomero Ramer, un abogado de Washington, quien dijo que la instalación con maniquíes masculinos de trapo tumbados como sin vida sobre cajas le recordaba a un "ataque terrorista".
"Es muy fácil generar desasosiego", señaló Gomero, quien pese a no ser "fan" de Delfín reconoció que su estilo podría tener éxito en ciudades vanguardistas como Nueva York y San Francisco.
Delfín reconoce que su estilo ha levantado más de una ampolla, pero insiste en que su intención no es desatar escándalos.
"Me llama la atención que en el siglo XXI nos escandalicemos por cosas que no son tan graves", señaló durante la entrevista con Efe, a lo que añadió que lo que le interesa es "crear imágenes abiertas a lecturas e interpretaciones".
El artista y diseñador, que planea volver a enseñar sus provocadoras colecciones en septiembre en la Semana de la Moda de Nueva York, donde ya debutó en febrero, celebra el que cierto sector del público estadounidense esté abierto a sus creaciones.
"En España hay muchas veces que llamas a una tienda y te dicen, no me interesa, no me suena de nada. Aquí, sin embargo, quieren ser los primeros en descubrir algo y eso me parece maravilloso", afirmó.
Dijo sentirse, en ese sentido, muy estadounidense, al mencionar que la curiosidad insaciable es un rasgo distintivo de su carácter.
"Me gustaría no perder nunca la curiosidad ni la inquietud. Me da mucho miedo la quietud, dejar de desear", afirmó.
Lamentó, por lo demás, que los españoles, él incluido, sean "un poco acomplejados".
"Siempre pensamos que lo que viene de fuera es mejor y eso a pesar de que tenemos una imagen super-potente en el exterior", subrayó el artista de 39 años.
Indicó, por lo demás, haberse enamorado de Washington, y es que, pese a su espíritu rompedor, Delfín es un amante de las corbatas y las camisas con muchos botones.
"Me encanta la estética de Washington. Me encantan las corbatas, todo el ritual de abotonar una camisa. No sabría decir por qué, pero bueno, tampoco hay que buscar el por qué a todo", bromeó.
El modisto, un joven delgado de pelo corto e imagen informal, que refuerza con pendientes de distintos tamaños en ambas orejas, aseguró que su fuente de inspiración son las emociones.
"Todo lo que toca mi vida, acaba tocando mi trabajo. Están íntimamente ligados", explicó.
Su obra, como la de todo artista, sigue evolucionando, lo que le ha llevado a incluir materiales sintéticos que aborrecía al principio de su carrera.
Aun así, hay algo que no ha cambiado: "Sigo teniendo la curiosidad, el deseo y la inquietud del primer día", concluyó.
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