Este artículo se publicó hace 14 años.
Davos: el último purgatorio de banqueros y millonarios
El foro arranca con ausencias por la deteriorada imagen de los financieros
"Repensar, rediseñar, reconstruir". Decenas de banqueros y empresarios millonarios se dan cita hoy en Davos bajo este lema, con la esperanza de limpiar sus culpas sobre la nieve del exclusivo resort alpino. La recuperación se afianza, según reconoció ayer el FMI, y es hora de hacer borrón y cuenta nueva en la hoja de servicios de entidades financieras y empresas que pisaron el acelerador en los años de bonanza hasta que estalló la burbuja de la crisis.
Aunque la cita económica más exclusiva del mundo nació en 1971, este año muchas caras nuevas fruto de los relevos obligados por la crisis se encontrarán en el enclave suizo y otras se echarán un año más en falta. Hasta ayer, las confirmaciones de asistencia de los grandes banqueros pendían de un hilo.
El consejero delegado de Citigroup, Vikram Pandit, se había dado de baja en el último momento, según informa Reuters. Desde hace días, la prensa estadounidense había publicado noticias en las que se aseguraban que Pandit, que dirige un banco que aún tiene que devolver dinero de los contribuyentes estadounidenses, iba a acudir en jet privado al encuentro. Otros grandes de la banca también han declinado asistir, como el consejero delegado de Goldman Sachs (gran ganador de la crisis), Lloyd Blackfein y el líder de Morgan Stanley, James Dimon. El consejero delegado de Bank of America, Brian Moynihan, se vestirá de largo en este encuentro aunque las malas lenguas dicen que su predecesor, John Thain, que ya había confirmado asistencia, finalmente no irá por las presiones de su antigua casa.
El baile de nombres demuestra que los banqueros se sienten en el ojo del huracán. La situación económica justifica su regreso a encuentros internacionales, con el objetivo de hacer lobby para ablandar el inminente cambio en la regulación financiera, como ya hicieron en la asamblea de otoño del FMI en Estambul. Pero Davos, con sus rutilantes estrellas y su eterno après-ski, siempre ha sido visto más como un lugar de esparcimiento para ricos que como foro de negocios. Los asesores de imagen temen que la visita perjudique su reputación. "Es un foro serio y deben estar ahí. Pero en la calle esto se ve ahora como los Alpes contra Haití", asegura a The Wall Street Journal una ejecutiva de la firma de comunicación Weber Shandwick.
En cualquier caso, la organización se ha esforzado por mejorar la imagen apostando por la bandera ecológica, supuesto leitmotiv del foro este año. Ha pedido a los asistentes que no traigan sus limusinas al encuentro, por ser contaminantes. Los vehículos que consuman más de nueve litros por kilómetro, se quedarán a la puerta del foro a no ser que lleven credenciales diplomáticas. Ayer apareció muerto el jefe de seguridad del foro, aparentemente por suicidio.
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