Este artículo se publicó hace 16 años.
Defensa eleva a diez años de cárcel la petición para el acusado de descuartizar a su ex mujer
La fiscal y la abogada del Estado han mantenido hoy la petición de quince años de cárcel por homicidio para el acusado de matar y descuartizar a su ex mujer, la defensa ha demandado diez años por homicidio, en lugar de la absolución, y las acusaciones particulares han sostenido veinte años por asesinato.
Así lo han expuesto las partes ante el jurado popular que deliberará sobre la culpabilidad de Eugenio R.R., de 55 años, acusado de matar a su ex esposa, Benita del Valle, de 49 años, a la que después descuartizó y arrojó al río en varias bolsas.
Los hechos por los que se celebra la vista, en la Audiencia de Valladolid, ocurrieron la madrugada del 28 de febrero al 1 de marzo de 2006, en la casa que compartían en la calle Mirlo de Valladolid el procesado y la víctima, que llevaban 33 años casados, tenían cuatro hijos y se habían divorciado quince días antes del suceso.
La diferencia entre la acusación pública y la abogada del Estado con las acusaciones particulares se ha centrado en la no existencia de alevosía, como sostienen las dos primeras, o su concurrencia, como dicen las otras dos partes, lo que representaría imposibilidad de defensa de la víctima y ausencia de peligro para el acusado.
Al elevar hoy sus conclusiones a definitivas, la fiscal ha sostenido que Eugenio R.R. inició una discusión con su ex mujer y le asestó una puñalada en el cuello, que afectó a la vena tirolingual de la víctima y le originó la muerte, bien por hemorragia, bien por embolia.
Ha considerado esta lesión como causa del fallecimiento por que los peritos que comparecieron en la vista consideraron que se produjo en un momento próximo a la muerte y "ningún elemento, salvo la declaración del acusado, ha acreditado que hubo estrangulación".
La fiscal ha manifestado que horas después del fallecimiento el encausado descuartizó a su ex mujer con una sierra manual de carpintero y con un cuchillo diferente al arma blanca con la que originó la herida del cuello.
Ha descartado la existencia de alevosía al situar la agresión en una discusión previa entre el acusado y su ex mujer, una disputa que subió de tono, y tras la que el acusado presentó arañazos en la mejilla izquierda, lo que representa que ella sí pudo defenderse; "lo intentó, aunque sin éxito".
Ha argumentado además que falta por hallar el brazo izquierdo de la víctima, con el que podría haberse defendido.
Las acusaciones particulares, en representación de los hijos de fallecida y encausado, han sostenido sin embargo que sí existió alevosía, por lo que han mantenido su calificación de asesinato.
"La muerte se causó por sorpresa", sin que ella lo esperara, ni hubo discusión previa ni posibilidad de evitar que le clavaran el cuchillo en el cuello, ha dicho una de las letradas, tras preguntarse "qué defensa hay cuando tiene el cuchillo en el cuello".
"La maté por que era mía" sin admitir que Benita se fuera a marchar de casa, ha dicho la abogada, quien ha considerado que el acusado se hizo los arañazos en el cuello para evitar una acusación como la de asesinato, ya que es un "reflexivo, manipulador de los hechos, capaz de organizar cualquier cosa".
La defensa mantiene que el procesado no mató a la mujer de una cuchillada y que lo hizo estrangulándola con sus manos, como detalló el acusado en su declaración, en la que atribuyó la herida que presentaba la víctima en el cuello a un pinchazo que dio al cuerpo, horas después de su muerte, para ver si sangraba antes de comenzar a descuartizar el cadáver.
El letrado ha calificado de homicidio la agresión del acusado, quien padece un trastorno de la personalidad llamado síndrome ansioso y ha defendido, como atenuantes, que obró por causas o estímulos tan poderosos que le llevaron a la obcecación o al arrebato y que acudió a la Policía para confesar en mayo de 2006.
Ha establecido agravante de parentesco, por haber sido cónyuge de la víctima, como sostienen las acusaciones, que además reclaman abuso de superioridad.
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