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Los degenerados del cine español

En tiempos de crisis del modelo tradicional, el ciclo D-Generación muestra el vigor del audiovisual nacional

SARA BRITO

Los comisarios lo advierten: 'Olvídense de cualquier expectativa genérica o formal y disfruten'. Porque enfrentarse a los trabajos incluidos en la segunda edición del ciclo D-Generación exige dejar de lado las conductas estrictas.

¿Qué tiene en común Mundo viejuno, de Muchachada Nui, con los ensayos cinematográficos de Lluís Escartín alrededor del mundo? 'Hemos querido forzar las fronteras aún más', explica Josetxo Cerdán, comisario junto a Antonio Weinrichter de un ciclo impulsado por el festival de cine de Las Palmas y el Instituto Cervantes, y que ya ha empezado a programarse en sus centros internacionales.

Mientras el cine español habla de crisis, una veintena de jóvenes directores (unos más que otros aunque la mayoría nacidos en los setenta) demuestran que el audiovisual español no tiene nada de famélico, y sí mucho de desprejuiciado.

Estos degenerados (carentes del rigor de los géneros y los límites) se mueven en las fronteras entre el cine documental, el corto, la televisión y el cine experimental. No terminan de encontrar un hueco para hacerse visibles, aunque ya no sean tan invisibles: están en los museos (Artium, Caixaforum, CCCB...), pero no acaban de pertenecer al mundo del arte; se les muestra en festivales (Las Palmas, tal vez Locarno), pero no acaban de estar entre los que se dicen directores de cine. Otros han encontrado hueco en la televisión, pero, casi siempre, a horas intempestivas y escasas, exceptuando el caso de Muchachada Nui.

'Conceptos como videoarte me son ajenos', reconoce Daniel Cuberta (danielcuberta.com), 'aunque te meten ahí si juegas a hacer algo híbrido'. Precisamente es esta indefinición lúdica lo que Josetxo Cerdán encuentra más estimulante. 'Me gusta reivindicar la inestabilidad de la situación'.

Los autores están fuera de toda producción industrial. 'Ellos hacen las películas que les salen de las tripas', matiza el comisario. No le deben nada a nadie, porque nadie les produce. El uso individual y hasta amateur del cine (digital en su mayoría) es su territorio. 'Más allá del plano contraplano del cine español contemporáneo. El trabajo de estos autores muestra que hay otra forma de hacer las cosas', apunta Cerdán.

A los mencionados Cuberta, Escartín (mediatecaonline.net:80/Obert/EP00065) o los de Muchachada Nui se une toda una troupe de cineastas lúdicos que han empezado a conocerse a partir de su inclusión en el proyecto. Fernando Franco, Gonzalo de Pedro (gonzalodepedro.blip.tv), María Cañas (animalario.tv) o Andrés Duque (andresduque.com), entre muchos otros.

Unos vienen de la orilla de la formación artística, otros de la cinematográfica, pero todos se mueven en un no lugar que nace, como dice Cerdán, 'entre las grietas del resurgimiento del documental'. Porque documentar es lo que hace Cuberta cuando emprende un viaje hacía sí mismo en ¿Qué hago yo aquí? Y documentar es también lo que hace Fernando Franco al ponernos frente a las maneras que ha tenido el cine (supuestamente a punto de morir) de representar la muerte.

Si nos empeñamos en encasquetar un nombre a lo que hacen, muchos se sienten cómodos bajo el paraguas de lo que se llama no ficción. Así que nos quedamos con lo que decía Adorno: 'La ley formal más profunda del ensayo es la herejía'. Herejes, degenerados... ¿alguna otra lindeza?

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