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La destrucción de la Amazonía preocupa más en Europa que en Brasil, según un experto

EFE

El proceso de desforestación que vive la Amazonía brasileña preocupa más en Europa que en Brasil y son los propios brasileños los que la explotan y no las multinacionales, según un experto del país sudamericano.

Así lo ha explicado a EFE Ariovaldo Umbelino de Oliveira, catedrático de Geografía de la Universidad de Sao Paulo, quien ha inaugurado esta semana el ciclo "Amazonía herida, ¿Es posible un desarrollo sostenible?", organizado por el museo científico CosmoCaixa de Alcobendas (Madrid).

Terratenientes locales y empresas privadas brasileñas se encargan de la explotación del cauce del Amazonas, mientras que las multinacionales sólo se dedican a la comercialización y distribución, según Umbelino de Oliveira.

Asegura que la soja de esa zona va destinada al resto del país en forma de aceite y margarina, pero no a Europa, que alimenta el ganado con la que llega de otras zonas de Brasil.

En la actualidad, un veinte por ciento de los siete millones de kilómetros cuadrados de esa reserva del planeta se ha quedado sin árboles y, a pesar de que el ritmo de deforestación ha descendido en el último lustro, "apenas quedarán bosques dentro de cincuenta años" si se mantiene la tendencia.

Entre diez y veinte mil hectáreas de árboles son explotadas al mes por la industria maderera o se sustituyen por cañas de azúcar, plantaciones de soja o carreteras para el transporte de los productos.

El problema es que el Gobierno de Brasil "no asume el control" de dos tercios de la Amazonía, así que son ocupados de forma gratuita por terratenientes sin documentos legales de propiedad, pero con mucha influencia en el partido gobernante.

Se trata de una situación contradictoria, porque el partido en el poder ha prohibido la tala de especies como la caoba o el castaño y es "el que más ha hecho por los pobres", según el catedrático.

Asegura, sin embargo, que en el cauce del Amazonas se encuentran "las mayores propiedades de tierra en la historia de la humanidad" y algunas llegan a alcanzar los 100.000 kilómetros cuadrados.

La mayoría de los 600.000 indígenas brasileños viven ahí, pero el profesor descarta su desaparición, porque "Brasil los ha cuidado tradicionalmente".

Una minoría de los campesinos de la Amazonía ceden sus tierras a cambio de regalos como camionetas, aunque apenas tienen dinero para combustible.

Recientemente, el gobierno regional ordenó la retirada de los cultivos de arroz de la zona amazónica de Roraima, los productores se enfrentaron a la policía y algunos de estos campesinos se pusieron del lado de los productores.

Otro problema para el llamado "pulmón verde del planeta", viene de la mano de la industria de la soja, que utiliza agrotóxicos y fertilizantes para combatir plagas.

El proceso es el siguiente: se retira la vegetación anterior, se sacan las raíces, se planta la soja, se echan los químicos, el suelo se satura de agua (llueve mucho) y los ácidos y fertilizantes afloran a la superficie, con lo que no se podrá formar otro tipo de vegetación en ese terreno, según este especialista.

Esta industria cuenta con un elevado índice de suicidios entre sus trabajadores, porque a menudo adquieren dolencias por no utilizar protección para manejar los productos químicos.

El cultivo de la soja comenzó en el centro de Brasil, al sur de la Amazonía, y ha dejado sin pastos a los ganaderos, que se han tenido que trasladar a la cuenca amazónica, en el norte.

Los grandes propietarios del ganado no talan árboles, pero sí los aislan y estos se mueren, porque sus raíces necesitan agua de las vegetaciones cercanas.

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