Este artículo se publicó hace 15 años.
El difícil equilibrio entre segar y sembrar
Antonio Avendaño
Griñán no cambiará a todo el Ejecutivo de Chaves, pero sí el número suficiente de consejeros para que se sepa que Andalucía tiene nuevo presidente. Griñán no puede hacer como que no conoce a nadie ni puede simular que es amiguito de todos. En medios socialistas se da por seguro que el presidente incorporará a su Gobierno al número dos del PSOE-A, Luis Pizarro, persona de confianza de Chaves y con sólidas vinculaciones orgánicas.
Pero la mayor dificultad de Griñán será administrar la herencia política de Gaspar Zarrías, hombre fuerte de los gobiernos de Chaves en los últimos quince años. Como político que ha ejercido el poder con todas las consecuencias, a Zarrías no le faltan enemigos internos. Para contentarlos, Griñán podría ceder a la tentación de hacer visible una cierta derrota de Zarrías desprendiéndose de nombres como Francisco Vallejo, Clara Aguilera o Teresa Jiménez, o cerrando el paso a otros como Mar Moreno o Felipe López. Una siega de ese calado contentaría a los enemigos de Zarrías, pero le crearía al propio Griñán un problema innecesario, pues no en vano Zarrías es líder unánime del potente PSOE de Jaén.
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