Este artículo se publicó hace 13 años.
El 'Diktat' amenaza el sueño europeo de los progresistas
Los expertos advierten del riesgo de que la socialdemocracia y los sindicatos se descuelguen de una construcción europea "neoliberal". La desconfianza hacia la UE crece en España
Aún es pronto para saber si la última cumbre en Bruselas ha logrado salvar al euro, a la Unión Europea, a sus gobiernos, al sector financiero, a todos o a nadie. Pero con independencia del efecto que acabe teniendo, los expertos coinciden en que el Diktat de la austeridad drástica y obligatoria, con rango constitucional, ya amenaza con llevarse por delante el sueño europeo que durante décadas han alimentado los progresistas en todo el continente.
En España, el shock es si cabe más abrupto porque desde los tiempos del antifranquismo la izquierda fijó en Europa su esperanza para alcanzar la democracia y el Estado del bienestar. Y de repente, los vientos que llegan de la UE parecen soplar en dirección contraria: de un lado, la presión de los mercados sustituye gobernantes elegidos en las urnas por "tecnócratas" e impide referéndums sobre el paquete de austeridad. Del otro, los recortes que exige la UE amenazan los derechos sociales que hasta ahora parecían el ADN del modelo social europeo.
La imagen de la UE se desploma en los países del sur, antes los más europeístas
"Estamos sufriendo el mayor ataque al Estado del bienestar y lamentablemente viene sobre todo de Bruselas, tomada por los planteamientos neoliberales", sostiene, rotundo, José María Zufiaur, miembro del Consejo Económico y Social Europeo y de UGT.
'Diktat' y consensoEsta es la gran novedad y el mayor peligro del proceso en marcha: sectores importantes de la pata socialdemócrata, clave junto a la democristiana de la construcción europea, empiezan a sentirse excluidos.
El 65% de los obreros franceses desea recuperar el franco
La escisión socialdemócrata no es en absoluto completa, en la medida que los escasos gobiernos de izquierda que sobreviven en la UE entre ellos, aunque sólo por unos días, el de José Luis Rodríguez Zapatero abraza los nuevos planteamientos. Pero el retroceso electoral generalizado de esta familia política ha convertido casi en inaudible la voz de izquierdas en las cumbres y, además, el Partido de los Socialistas Europeos lleva meses in crescendo a la contra, con un papel muy destacado de los socialistas franceses, el partido de padres de la UE de la talla de François Mitterrand y Jacques Delors.
La evolución es aún más rotunda en los sindicatos mayoritarios: "Se está quebrando el pacto social que, después de la II Guerra Mundial, permitió construir los estados del bienestar europeos y el proyecto común que ha desembocado en la UE", concluían esta semana líderes sindicales en un artículo promovido por Ignacio Fernández Toxo (CCOO), ahora al frente de la Confederación Europea de Sindicatos.
"No hay que tener miedo a decir que la UE es muy neoliberal y que si se percibe así es un peligro para el proyecto de construcción europea", apunta Alfonso Egea, politólogo vinculado a la Fundación Alternativas y uno de los coordinadores de su reciente Informe sobre el estado de la UE, quien advierte que la "falta de debate" es aún más peligrosa: "Parece que para ser europeísta tienes que tragar con todo con lo que viene de Bruselas; urge acabar con esta dinámica".
Los sindicatos claman contra la ruptura del "pacto social"
Antonio Estella, responsable del Área Internacional de la Fundación Ideas, vinculada al PSOE, le secunda: "Ya no sirve el esquema de que todo lo que viene de la UE es necesariamente bueno". A su juicio, la tarea más urgente de los progresistas es "tener un modelo propio para poder incidir en el proceso". "El peligro de desafección existe, pero no podemos negar la realidad y caer en la melancolía, sino que tenemos que estar en primera línea para incidir", concluye.
La crisis y la respuesta que le han dado las instituciones comunitarias ha tenido ya un efecto demoledor en la opinión pública de los países en el epicentro del torbellino financiero, muchos de los cuales lideraban el ranking de europeísmo. Lo registran nítidamente los Eurobarómetros que encarga la propia Comisión: entre 2006 y 2011, la confianza en la UE ha caído en picado en Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, España y varios países del este (ver gráfico adjunto).
Obreros contra el euroLa oposición al euro es creciente especialmente en las clases populares: un sondeo de esta semana en Francia, extensamente recogido en Le Monde, revela que el 82% de los ejecutivos defienden la moneda única, mientras el 65% de los obreros desea incluso recuperar el franco.
En España, el porcentaje de ciudadanos que cree que la pertenencia a la UE es buena para el país ha caído 12 puntos en cinco años. Y España es ahora uno de los países que menos confía en la UE: sólo lo hace el 39% de los ciudadanos, lo que le sitúa en el puesto 24º de los 27 que integran la Unión.
"La derecha y la izquierda utilizan Europa como chivo expiatorio para justificar decisiones impopulares y esto puede ser letal", advierte Cristina Manzano, directora de la edición española de Foreign Policy.
"No es nuevo asociar Europa con sacrificios, pero siempre había contrapartidas ilusionantes", sostiene por su parte José Ignacio Torreblanca, director en Madrid del European Council on Foreign Relations (ECFR).
"El gran problema ahora agrega Torreblanca es esta actitud tan unilateral que en nombre de querer salvar Europa puede provocar una situación que en realidad se la acabe cargando".
"La sensación de rabia, aquí, se explica porque se creía que el proyecto europeo nos haría menos vulnerables y lo que no se perdona es que sea tan impotente", afirma Jordi Vaquer, director de la Fundació Cidob, quien añade: "La derecha ha tomado Europa como rehén y ha amenazado con romper si no se aceptaba su obsesión presupuestaria, pero la socialdemocracia sigue siendo muy europeísta".
Lo que ya no está tan claro es si "europeísmo" y "déficit cero" se han convertido, de pronto, en sinónimos.
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