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Dinero 2011

La crisis del euro. El miedo a una ruptura de la moneda única ha protagonizado un año marcado por las exigencias de Alemania para que el resto de países acometa severos recortes que han llevado a España a una nueva contrac

VIRGINIA ZAFRA

Este año iba a ser el de la recuperación. Cuando se inició la crisis, se miraba con toda la esperanza del mundo. Pero ha defraudado profundamente porque ha sido el peor desde 2007 y bien parece que sean los prolegómenos de uno más complicado todavía en España por los recortes que vienen. El imposible marco europeo (con el rescate de Portugal y el reconocimiento de Grecia de su incapacidad para pagar sus deudas) han provocado un auténtico tsunami en los mercados financieros, que ha llevado las primas de riesgo de España e Italia a límites insufribles (en algunos momentos la española superó de largo los 400 puntos básicos y la italiana rebasó los 500 puntos) y ha hecho temer el rescate de los dos países. Italia, de hecho, vive con una pseudointervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) -sus inspectores vigilan sus cuentas-, aunque finalmente ninguno de los dos países ha necesitado ayudas porque los acuerdos alcanzados por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, que se han confirmado como el verdadero eje director de la zona del euro, consiguieron moderar la tensión. No acabaron totalmente con ella, en todo caso, y el riesgo de ruptura del euro (dada, entre otras cosas, la dificultad para rescatar a dos países tan grandes) sigue presente, mientras se pide a gritos a Merkel (incluso desde Estados Unidos) que permita que el BCE compre deuda a mansalva de los países en problemas y dé el visto bueno a la emisión de eurobonos. El organismo, mientras, vivió un cambio de presidente. Jean-Claude Trichet dejó paso al italiano y exvicepresidente de Goldman Sachs Mario Draghi.

Retrasar la jubilación fue la única reforma pactada con los agentes sociales

La canciller se ha encastillado porque su objetivo es que se mantenga la tensión para que los países sigan haciendo recortes casi hasta el infinito, con la excusa de reducir el déficit por debajo del 3%. Y Mariano Rajoy está dispuesto a obedecer a pies juntillas a su compañera de partido en Europa, pese a que lo aplicado en países como Grecia o Portugal ya ha demostrado que esa política trae más problemas a la economía porque paraliza el crecimiento y eleva el paro. De momento, España estaba creciendo a principios de año (se esperaba que terminara el ejercicio con un avance del 1,3% en el PIB) y ya se ha adentrado de nuevo en terreno negativo, con lo que terminará el año con un avance poco superior al 0,5%. Y todo ello con el récord de casi cinco millones de parados, que las nuevas políticas de ajustes (Rajoy habló de 16.500 millones de euros) difícilmente conseguirán rebajar.

El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero intentó remediar la debacle con reformas en las políticas activas de empleo, la contratación de jóvenes o la negociación colectiva, pero aún no se han visto los efectos. Y sólo logró una gran reforma con acuerdo de los agentes sociales, la de elevar a 67 años la edad de jubilación a partir de 2013.

Italia, y en menor medida España, han estado en el foco de los especuladores

Su otro gran caballo de batalla durante el ejercicio fue la reestructuración del sector financiero para conseguir que se abra el grifo del crédito. Tampoco lo consiguió pese a los sucesivos cambios legislativos que ha hecho prácticamente desaparecer la figura de las cajas de ahorros y a las nacionalizaciones de CatalunyaCaixa, Novacaixagalicia y Unnim, y la intervención de la CAM, que acabó por vender a Banco Sabadell con una inyección (que sufragará el sector) de 5.250 millones más unas garantías de 17.000 millones, después de que el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, la calificara de 'lo peor de lo peor'.

La negativa absoluta de la banca por dar más créditos, sobre todo a las empresas relacionadas con el ladrillo, presidió los problemas que ha tenido este año Sacyr, que no ha logrado refinanciar su préstamo de 4.900 millones y acabó por vender el 10% de Repsol a la petrolera. Previamente, Luis del Rivero había sido destituido en la constructora.

Entre las buenas noticias del año estuvo la resolución del conflicto con los controladores. Por contra, el Estado decidió aplazar la venta de Loterías y la privatización de la gestión de Barajas y El Prat.

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