Este artículo se publicó hace 13 años.
El dinero que cambia vidas
Un proyecto de la Fundación ICO y las fundaciones de Cajasol y Caja Navarra concede microcréditos a personas en riesgo de exclusión.
Nazrul Chowdhury trabajó codo con codo con Mohammed Yunus, el padre de los microcréditos y fundador del Banco Grameen. Hace cuatro años vino a España para poner en marcha, junto con la Fundación del Instituto de Crédito Oficial (ICO) y las fundaciones de Cajasol y Caja Navarra, un proyecto piloto de microcréditos con grupos de personas en riesgo de exclusión social. Hasta ahora han atendido a 235 personas, pero no todas han recibido un microcrédito. El proyecto de las fundaciones va más allá: formar pequeñas comunidades de apoyo para que estas personas puedan compartir problemas, tejer redes y, en muchos casos, recuperar la autoestima y la confianza.
Es el caso de Auxi. Después de toda una vida viviendo en un pequeño pueblo de Huelva, la violencia machista la sacó de su casa. Tras una agresión de su marido huyó a Sevilla para rehacer su vida. Allí, con ayuda de una fundación encontró hogar, formación y trabajo y entró en contacto con el proyecto de la Fundación ICO. Además de formar parte de las reuniones de grupo y de recibir su apoyo, Auxi pudo también solicitar un microcrédito de 800 euros para costearse una prótesis dental; su dentadura la perdió tras una paliza. "No es sólo el dinero, es el apoyo moral, compartir con gente tus problemas", dice.
El suyo es un microcrédito personal, una de las dos opciones que contempla el proyecto y cuyo objetivo es ayudar a la persona que lo solicita a cubrir una necesidad básica o rehacer algún aspecto de su vida y cuyo máximo son 2.000 euros. La otra posibilidad son los microcréditos para el autoempleo, de hasta 15.000 euros. La Fundación no pide avales ni garantías y las devoluciones pueden hacerse hasta en cinco años, aunque las condiciones se adaptan a cada caso. El tipo de interés es del 4,5%.
"Trabajamos con la filosofía del Grameen Bank, a través de grupos de solidaridad. La base es fomentar la confianza, es mejor que cualquier aval", explica Chowdhury, que destaca las reuniones que cada 15 días tiene con los grupos y que se convierten en un momento muy apreciado por los beneficiarios. Actualmente, trabajan con varios grupos en Sevilla, Huelva, Pamplona y Barcelona. La mayoría de beneficiarios (el 64%) son mujeres.
Para Moussa, que vino hace 25 años de Senegal, el trabajo que hacen las fundaciones le parece "una verdadera integración" para los inmigrantes. "Vine sin papeles y cuando llegas te hablan de cómo adaptarte a la vida de aquí, pero son palabras. Las reuniones que tenemos, hablar con gente, compartir cosas y que te ayuden es lo que de verdad te hace falta", dice este vendedor ambulante, que ya ha pedido tres microcréditos (dos de ellos, ya pagados) para mejorar su negocio. Como Moussa, el 65% de los participantes en el programa son de origen extranjero.
Las reuniones de grupo son también el mejor momento para Dolores, que vive en el barrio barcelonés de Nou Barris. "En nuestro barrio han hecho que vecinas que ni nos hablábamos ahora nos interesemos por las demás", explica. Para Dolores, el microcrédito que le concedieron alivió la situación de su familia. Su marido iba a pasar 18 meses en la cárcel si no conseguía reunir 3.100 euros de fianza. "No disponíamos de ese dinero y fuimos a varios bancos a pedir un crédito pero en ningún sitio nos lo daban", recuerda. Su trabajo de camarera a tiempo parcial y el de su marido como taxista a comisión hacen que sus ingresos sean más que ajustados para mantener a cuatro hijos. El microcrédito evitó la entrada de su marido en prisión, lo que además hubiera puesto a la familia en una delicada situación económica al privarla de una parte de sus ingresos.
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