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Los diseñadores pierden el rumbo

Los desfiles paralelos destacan frente a los de la pasarela oficial de Cibeles, cada vez más lineal e inmóvil

ÁLEX CARRASCO

Salvando contadas excepciones, el cuarto día de desfiles de la Pasarela Cibeles no pasará a la historia del certamen. Desde primera hora ya se vislumbraba la borrasca estética: los desfiles de Javier Larrainzar siempre llenan la pasarela de rayos y centellas. Si las trasnochadas creaciones del diseñador vasco no se entendían en el pasado, mucho menos en el presente. Larrainzar ni es clásico ni es moderno, tan solo antiguo.

Tampoco es necesario renovarse para seguir viviendo. En una jornada como la de ayer, con saber explotar con buen ojo una tendencia, el público se da por satisfecho. Roberto Torretta y Alma Aguilar son un buen ejemplo de ello.

El primero, adscrito a un minimalismo correcto y sin pretensiones, debería explicar a algunos de sus compañeros de estilo y generación, como Ángel Schlesser o Fernando Lemoniez, que los principios de este movimiento estético consisten en reducir un vestido a su esencia sin llegar a provocar el bostezo. El esencialismo del creador de origen argentino revive gracias a sutiles intoxicaciones llegadas del mundo del rock and roll, que volvió a inducir en sus modelos una actitud entre indolente y enfermiza.

Mucho más compleja, aunque en el mismo nivel que Torreta, Aguilar volvió a apostar por un romanticismo femenino muy historiado, esta vez enmarcado por un entorno arábigo que recordaba a la novela de Agatha Christie Muerte en el Nilo, pero sin la más mínima tensión ni misterio.

Mientras unos se mostraban lineales e inmóviles, otros por fin daban un salto hacia adelante. Algo casi mágico les debe haber sucedido a los componentes de 4 Eyes, el grupo de diseñadores españoles que presentaron en bloque la semana pasada sus propuestas en la New York Fashion Week.

Tras Juanjo Oliva y Ana Locking, ayer les tocó el turno a Juan Duyos y Carmen March. El madrileño amplió su propuesta neoyorquina hasta ofrecer una de sus colecciones más acertadas. Tiki, su propuesta para el próximo verano, rememora desde los años 40 y a golpe de exótica excentricidad la frescura de la Polinesia.

Por su parte, March, otra de las componentes de la cada vez más interesante sección Off Cibeles, presentó ayer en su tienda de la calle Jorge Juan de Madrid una interesante colección inspirada en el filme surfero The Endless Summer. Será que la mallorquina también ha cogido su gran ola, porque ayer firmó uno de sus mejores trabajos: todas las sensaciones de un verano sin fin quedaron registradas en prendas salidas del mar, pero pensadas para la sofisticación del asfalto.

El día comenzaba con galerna, pero poco a poco las aguas se fueron sosegando. El look marinero, aunque demasiado recurrente, casi siempre lleva a buen puerto. El de la firma catalana Andrés Sardá fue un desembarco de divas con una sexualidad a flor de piel y un glamour muy alejado del intimismo. Mientras que el de Elio Berhanyer, homenajeado de la jornada, rememoró una de sus épocas doradas como modisto, los años sesenta, a base de rayas marineras y azul ultramar.

Hoy es el día de los diseñadores independientes, de las propuestas revolucionarias. Está por ver si sabrán remontar la deriva creativa de la Madrid Fashion Week.

50 ediciones cumple la Pasarela Cibeles y 80 Elio Berhanyer, un cruce de efemérides que ayer celebró la Madrid Fashion Week. El modisto, uno de los principales responsables de la introducción de la alta costura en España durante los años sesenta, recibió un más que merecido homenaje. Rodeado de todas sus musas, entre las que se encontraban Helena Barquilla, Judit Mascó y Nieves Álvarez, y vitoreado por todo el auditorio, Berhanyer abandonó su desfile entre lágrimas y aplausos. No será el último, aún le quedan gusto y energías.

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