Este artículo se publicó hace 16 años.
"Eché de menos que me dijeran que lo que sentía era normal"
Najat El Hachmi. Ganadora del Premio Ramon Llull 2008 con ‘L'últim patriarca'
Con sólo dos libros en el mercado, ya tiene un galardón en el bolsillo. Najat El Hachmi (Marruecos, 1979), refleja en ambos su experiencia de llegar a un país que no le vio nacer. El primero, Jo també sóc catalana (Columna), es un híbrido entre sus vivencias y sus reflexiones, mientras el segundo, L'últim patriarca, (Premio Ramon Llull) relata el choque de un padre y su hija en la búsqueda de "su sitio en el mundo". Ella también conoce esa crisis generacional.
¿Cómo fueron sus primeros años de vida en España?
Bastante fácil. Lo más difícil fue la crisis de identidad, sin nadie que te explique que lo que sientes es muy normal. Eché de menos un referente o un apoyo que me explicara que lo que yo estaba viviendo no era un choque de culturas.
Entonces, ¿qué era?
Los desencuentros y el choque generacional que se produce siempre, pero en estas situaciones se ve ampliado porque los referentes de tus padres están más alejados de tu actividad cotidiana. Te sientes obligada a definirte con una etiqueta u otra, que la mayoría de las veces no te representan. La realidad de cada individuo es mucho más compleja.
¿Hubo final feliz?
Tuvimos etapas más o menos de entendimiento y pasamos por distintos procesos de adaptación. Al final, los padres se amoldan aunque sus hijos se conviertan en algo que no tenían previsto. A cualquier padre de aquí le puede suceder.
¿Recurrió a la mediación intercultural?
Entonces no existía. Yo trabajé en el Ayuntamiento de Vic para ayudar en las relaciones de las familias nuevas y la escuela y me etiquetaron como mediadora intercultural.
¿Qué tal fue la experiencia?
Muy positiva e interesante. La mayoría de las personas tienen buena voluntad pero, a veces, no se explican bien las cosas, hay malos entendidos o prejuicios mutuamente. Era gratificante ver los resultados.
¿Es necesaria esta figura?
Es un poco rara, una herramienta del poder. Desde la administración se utiliza muchísimo esta figura para cosas que, a lo mejor, yo veía que no era lo más idóneo.
¿Por eso lo dejó?
Lo dejé por la sensación tan poco digna de ser utilizada por la administración. Me sentía absolutamente utilizada. Había mucha presión de la administración, la familia y la escuela. Y tú en medio recibiendo por todas partes.
¿Tal vez ha evolucionado?
Es una figura muy ambigüa. No cuenta con mucha formación, es muy nueva, mucha gente no sabe a qué hace referencia y se piensa que consiste en hacer de traductor. Todo está muy precario, también a nivel promocional.
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