Este artículo se publicó hace 16 años.
La elegancia de Wenders frente al caos de Kaufman en la penúltima jornada de Cannes
Un contraste de estilos para la penúltima jornada de la competición oficial del Festival de Cannes, con la elegancia de "Palermo shooting", un film de Wim Wenders, muy en su estilo, frente al caos y confusión de "Synecdoche, New York", la opera prima del hasta ahora guionista Charlie Kaufman.
Con sólo un filme por proyectar para cerrar la competición -"Entre les murs" del francés Laurent Cantet, programado para mañana- Wenders y Kaufman protagonizaron la jornada de hoy, en la que también se pudo ver "Il Divo", de Paolo Sorrentino, y "My Magic" de Eirc Khoo.
Wenders vuelve con "Palermo shooting" a los orígenes de su cine, con todo lo bueno y lo malo que esto puede suponer. Con claras reminiscencias de "El cielo sobre Berlín", realiza un brillante estilo de ejercicio cinematográfico que apasionará a sus seguidores.
La vida y la muerte, lo real y lo imaginario vuelven a ser los ejes de este filme, que cuenta la historia de Finn (Campino, el cantante del grupo alemán Die Toten Hosen), un fotógrafo de éxito internacional que está "perdido", sin sitio definido y aislado, siempre con sus cascos escuchando música.
Una perfectamente elegida música que se hace también protagonista de la historia junto con los paisajes primero de Düsseldorf (Alemania) y después de la racial Palermo.
Wenders narra con delicadeza y continuidad el trayecto de este hombre que no para de andar y de ver pasar los paisajes y los cielos, algo muy habitual en el cine del director alemán.
Tras las americanas "Land of plenty" y "Don't come knocking", Wenders regresa a Cannes con esta producción alemana, que no ha recibido una acogida demasiado calurosa en su primera proyección en el festival.
Y frente a la experiencia de Wenders -que ya ganó la Palma de Oro en Cannes en 1984 con "Paris, Texas"- la película de un debutante en la dirección, el estadounidense Charlie Kaufman.
Esperado debut para el guionista de películas como "Being John Malkovich" y "Eternal Sunshine of the Spotless Mind", que ha llevado a su extremo el estilo ya característico en sus historias.
"Synecdoche, New York" es tan original como han sido siempre sus guiones, pero aún más complicada, confusa y bastante deprimente, a pesar de lo cual tuvo buena acogida en su primer pase en Cannes.
Philip Seymour Hoffman está a la cabeza de un reparto brillante, interpretando a Caden Cotard, un director de teatro al que abandona su mujer (Catherine Keener), que está obsesionado por su trabajo y rodeado de personajes un tanto surrealistas, empezando por él mismo.
Con una narración en la que se mezclan realidad, sueños, pensamientos y todo tipo de cosas, el resultado es más bien confuso, especialmente cuando la obra de teatro que el protagonista empieza a montar es un reflejo de la realidad, que se va adaptando a los acontecimientos.
En ese punto se duplican los personajes, lo que en algunos momentos hace difícil seguir el hilo de la narración, como ocurre con el papel de Hazel, interpretado en la película por Samantha Morton y en el teatro dentro del filme por Emily Watson.
El director reconoció en una rueda de prensa que la historia es "ambigua", algo buscado, por lo que hubiera sido "un error por mi parte presentar las cosas claras".
El director y guionista manifestó que a la hora de trabajar decide un poco sobre la marcha y explicó, por ejemplo, que en la película ha habido muchas cosas cortadas en el último minuto por problemas con el excesivo metraje o escenas escritas la víspera del rodaje.
En la jornada de hoy también se presentó "Il Divo" una ácida sátira de Paolo Sorrentino sobre Giulio Andreotti, un duro retrato de la clase política italiana.
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