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Elena Anaya asegura que ver "La piel que habito" es "dejarse llevar y dejarse tocar"

EFE

Elena Anaya, la nueva "chica Almodóvar", asegura que para entender "La piel que habito" hay que "dejarse llevar y dejarse tocar", porque en ella "suceden cosas a un nivel muy profundo y no todo el mundo está dispuesto a sentirse identificado con el horror de manera tan directa y tan de cerca".

La guapísima actriz, que se dio a conocer en la ópera prima de Fernando León de Aranoa "Familia" (1996), llega el próximo viernes a las pantallas españolas convertida en Vera, la protagonista del último largometraje de Pedro Almodóvar, a quien ha acompañado hoy en la promoción de la cinta en Madrid.

"La piel que habito", explica la actriz palentina en una entrevista con EFE, hay que verla "dejándose llevar y dejándose tocar por ella".

Aunque ya había colaborado con el director manchego en un pequeño papel en "Hable con ella" (2002) -"entonces ya pude ver por qué trabajar con él es el sueño de cualquier actriz, y no sólo las españolas", ha dicho Anaya- "ahora ya puedo decir que 'soy' una chica Almodóvar, y lo he disfrutado muchísimo. Esto es algo que sólo a veces ocurre en la vida".

Expresa su admiración por él -"qué maestro", enfatiza- asegurando que es "sin duda uno de los mejores directores del mundo", y aunque le han contado que fue un hombre "muy duro" en la dirección de actrices, con ella "ha sido increíblemente dulce y muy preciso" a la hora de explicarle qué necesitaba de ella para este trabajo.

"Es un hombre con muchísimo talento, un apasionado de su trabajo que hace que los demás, si lo somos, lo seamos más", afirma la protagonista de "Habitación en Roma", que en este film tampoco sale de unos cuantos metros cuadrados, embutida -cuando no está sobre la mesa de operaciones- en un traje-funda de color carne.

En la película, sobria, intensa, muy distinta de otras de Almodóvar, pero con todos los ingredientes que las definen, Elena Anaya compone a un "monstruo" extremadamente bello cuya piel es la piedra de toque del argumento, y del título.

"Yo tengo lunares e imperfecciones y para conseguir esa piel ha habido que retocarla digitalmente con efectos especiales", confiesa la delgadísima actriz, apenas maquillada para las entrevistas y subida en unos tacones de vértigo.

Vera, explica, "tiene pocas posibilidades de ser expresiva: aparenta siempre lo contrario, miente, engaña constantemente con una mentira alimentada durante seis años, y necesita que esa mentira sea tan veraz como su nombre para poder huir, lo que hace que no tenga un momento para mostrar una emoción suya".

En la película hay un momento en el que ella "pasa de ser observada a darse cuenta de que también puede observar".

"Es como un felino, como un animal salvaje que no puede fallar porque si falla -dice Anaya- no tiene una segunda oportunidad, por eso prepara su ataque, que es la venganza".

Considera que tiene y no tiene que ver con las anteriores "chicas Almodóvar", a las que entiende como "parte de la historia del cine y de nuestra cultura" y de su personaje dice: "es el que me ha dado Pedro, el que él quería", apasionado pero "con unos matices muy profundos, pero de una profundidad distinta" a la de las otras "mujeres".

De Antonio Banderas, que en la cinta interpreta a un psicópata absolutamente contenido y fiable -hasta tierno en ocasiones-, dice que es "lo que ves: un regalo. Es generoso, disciplinado, y muy gracioso. Nos hacía reír, y mucho, a pesar de la crudeza de muchas escenas. Él hacía el rodaje más llevadero".

En cuanto a sus planes, sin descartar ninguna incursión en el cine americano -"aunque en Madrid se vive muy bien", apunta- Elena Anaya dice que no siente "ansiedad" por "lo siguiente".

"Estoy leyendo guiones, como hace 18 años, eligiendo, como hasta ahora, con mucho criterio y dejándome enamorar por el proyecto", tino que, sin duda, no le ha faltado diciéndole "sí" a Almodóvar.

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