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ENFOQUE-ADN ayuda a resolver crímenes de dictadura de Argentina

Reuters

Por Kristina Cooke y Alexandra Ulmer

Pequeños ataúdes rojos estánapilados dentro de una oficina oscura, a pocas cuadras delCongreso argentino, un recuerdo escalofriante de las miles depersonas que fueron secuestradas y asesinadas durante lasangrienta dictadura entre 1976 y 1983.

Dentro de las cajas están huesos de víctimas recientementeidentificadas de la llamada "guerra sucia", esperando quefamiliares los retiren para un entierro apropiado tres décadasdespués de que fueron asesinados por su propio Gobierno.

Las identificaciones se aceleraron en los últimos dos añosy medio gracias a la mejorada tecnología de ADN y a una campañapública que pidió a parientes de desaparecidos que donaranmuestras de sangre.

Antropólogos forenses han identificado, desde el 2007, a120 víctimas del último Gobierno militar, cerca de un terciodel total de las identificaciones hechas en los últimos 27años, permitiendo a familias finalmente cerrar ese capítulo yllevar a los abusadores de derechos humanos ante la justicia.

El activista francés Yves Domergue, cuyos restos fueronidentificados este año, tenía 22 años cuando desapareció en1976. Su familia había buscando respuestas desde entonces.

"Ahora podemos llorar su muerte como corresponde y tambiéniniciar nuevos juicios contra aquellos responsables", dijo suhermano Eric Domergue.

Grupos de derechos humanos estiman que 30.000 personasfueron secuestradas y asesinadas durante la dictadura militar.Muchos fueron enterrados de manera anónima en cementerioslocales y otros fueron lanzados al mar desde aeronaves.

"Los autores (de los crímenes) pensaron que aunque sedescubran los huesos de las personas que tiraron al mar oenterraron, nunca íbamos a saber quiénes eran", dijo Domergue."Es gracias a la ciencia que recuperamos a Yves", afirmó.

Antropólogos encontraron el cadáver de Yves en una tumbasin identificación en la provincia de Santa Fe el año pasado ydescubrieron que el ADN de sus huesos coincidía con muestras desangre provistas por sus padres y hermano.

Alentados por una campaña que comenzó en el 2007 y fuerelanzada la semana pasada, unas 3.000 familias donaron sangrea una base de datos de ADN administrada por el Equipo Argentinode Antropología Forense (EAAF), un grupo no gubernamental.

"La base de datos significa que las familias tendrán laposibilidad de obtener respuestas prácticamente para siempre",dijo Luis Fondebrider, uno de los fundadores del equipo.

Esta semana su equipo está enviando 600 fragmentos dehuesos y 900 muestras de sangre a un laboratorio privado deEstados Unidos que ayudó a identificar víctimas del ataque del11 de septiembre a las torres gemelas, con la esperanza de quesu sistema sofisticado de software encuentre coincidencias.

TRABAJO DE DETECTIVE

La tecnología de ADN mejoró significativamente en losúltimos años, logrando que el proceso de identificación sea másrápido y preciso, dijo Ed Huffine, ejecutivo de Bode TechnologyGroup, laboratorio estadounidense que analiza las muestrasargentinas.

Muestras de ADN más pequeñas pueden ser detectadas yextraídas de restos degradados, lo que significa que huesos queantes no podían contar una historia, ahora pueden.

Pero el proceso para identificar víctimas y armar un casocontra aquellos responsables es arduo, y comienza mucho antesde que las muestras sean enviadas al costoso análisis de ADN.

Los huesos pueden revelar la edad, el género y enfermedadesque una persona sufrió, pero aproximadamente la mitad del EAAFestá investigando los rastros de papel.

Esto involucra buscar entre los archivos militares, decementerios, y de la policía y entrevistar sobrevivientes, exmilitares y miembros familiares.

"Es parte trabajo de historiador, parte de ciencia y partede detective", dijo Fondebrider.

Sin un cuerpo identificado, los sospechosos no pueden serjuzgados por asesinato.

A inicios de mes, Fondebrider testificó en el juicio de dosex oficiales de alto rango del Ejército acusados de cincoasesinatos basándose en identificaciones que había hecho.

Los cinco identificados estaban entre ocho cuerpos halladosen tambores rellenos de cemento en octubre de 1976.

A las familias les produce alivio finalmente saber quépasó. Cuando se identifican restos, los parientes son invitadosa las oficinas de los antropólogos en Buenos Aires para que losvean.

"Muchos preguntan, '¿Cómo saben que este es mi serquerido?'", dijo Fondebrider. "Porque no están viendo carne yhueso (...) necesitan estar seguros", argumentó.

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