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"Escribir sobre los infiernos genera un inmenso goce"

Escritor. En 'La puerta de los infiernos', el autor francés indaga en la condición humana dividida entre las creencias religiosas y las supersticiones para enfrentarse a la muerte

GUILLAUME FOURMONT

Es un día perfecto para hablar de muerte, de venganza, de odio, de los infiernos. A Laurent Gaudé (París, 1972) le gusta el silencio del bar del Hotel Lutetia, en el París burgués de la rive gauche, cerca de Saint-Germain, aunque también sabe perfectamente dónde se encuentra. El Lutetia fue la sede de la Gestapo durante la ocupación nazi antes de convertirse, después de la II Guerra Mundial, en una oficina de información sobre las víctimas del Holocausto. Fuera, la humedad apenas deja aire para respirar. En la mesa del bar, los diarios relatan la historia de André Bamberski, un padre que secuestró al asesino de su hija de 14 años y lo entregó a la justicia. Un día perfecto para hablar de La puerta de los infiernos (Salamandra), el último libro de Gaudé, una obra sobre la muerte de un niño, el odio de una mujer que grita venganza y el viaje de un hombre hacia los infiernos.

No habla del infierno, sino de los infiernos, en plural.

Porque no quiero que se compare con el Paraíso. Me refiero simplemente al país de los muertos. Por eso, los infiernos somos todos, son todos los protagonistas del libro, porque es ahí a donde va todo el mundo. Quería evitar la iconografía cristiana tradicional.

'La memoria es la única arma de los vivos para pensar en los muertos'

Sin embargo, además del personaje del cura loco, hay varias duras referencias a la Iglesia en su libro. ¿Era su intención atacarla?

Necesitaba a un cura así, colérico, pero no ataco a la Iglesia. Para bajar a los infiernos, se necesita un guía y ¡no hay nadie mejor que un cura! Insisto: no quería hablar de la Iglesia, sino apartarme de sus huellas, porque no son las mías.

¿Cuáles son sus huellas, sus referencias?

Las del ateísmo absoluto. No soy practicante de ninguna religión. Pero no creer en algún Dios no significa no creer en lo sagrado. El ateísmo no excluye reflexiones importantes como preguntarse a dónde van las almas que nos dejan.

'En la espiral de los muertos acaba todo', escribe. ¿Este libro le ayudó a encontrar respuestas?

Sí. Mi trabajo consistió en saber en qué creía. Y la respuesta vino cuando escribí precisamente esta frase. La espiral de los muertos también es la memoria. La memoria es la única arma de los vivos para recordar, es la única relación que puede existir entre los vivos y los muertos. Es importante pensar en los muertos.

¿Piensa en los suyos a menudo?

'Para ir al país de los muertos no hay mejor guía que un cura'

Pienso mucho en ellos. Se trata de un acto de fidelidad, hay que pensar en ellos para no olvidar quiénes eran, lo que hicieron.

Matteo, el protagonista de su libro, pierde a su hijo, asesinado por una bala perdida en las calles de Nápoles. ¿Vivió una historia similar?

Por suerte, no perdí a un hijo. Toco madera... Esta historia se nutre de recuerdos cuando murieron personas muy queridas. Pero no quería caer en el cliché del duelo contenido, agobiante.

De ahí el deseo de venganza, una temática muy presente en sus obras. ¿Podemos ir hasta el final?

La venganza está en el origen de todo en La puerta de los infiernos. Cuando se nos muere alguien, podemos estar enfadados con la vida, la suerte y el destino. La mujer de Matteo pide venganza, aunque yo también quería explorar más sentimientos humanos, además de la violencia y del odio. Porque, por suerte, en la realidad, nos controlamos.

¿Y qué le parece el caso de André Bamberski?

No es fácil... Cada uno de nosotros podría hacer como él. Porque podemos sentir empatía con su dolor, una parte de mí entiende su rabia. 'Soy hombre y nada de lo humano me es ajeno', recuerda el dicho en latín. Cuando escribo, me interesa el enfrentamiento, la tensión. Y la fuerza de una novela es que permite no juzgar.

¿No fue difícil escribir sobre los infiernos? Su descripción es tan precisa que parece que ha ido.

¡El momento de bajar a los infiernos, escribir sobre los infiernos, genera un inmenso goce! Era una epopeya, como en las mitologías griegas y de Mesopotamia, en la que podía hacer lo que quería. Todo era posible.

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