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El escritor holandés Cees Nooteboom emprende un singular viaje por el arte en "El enigma de la luz"

EFE

El escritor holandés Cees Nooteboom no se considera un experto en arte, sino tan solo "un amante de la observación", y ese espíritu es el que refleja en su libro "El enigma de la luz", un lúcido recorrido por museos y palacios para atrapar "la magia" que encierran los cuadros de sus pintores favoritos.

El libro, publicado por Siruela, recoge algunos textos sobre arte que Nooteboom (La Haya, 1933) había intercalado en novelas y ensayos anteriores, junto a otros nuevos que son fruto de viajes recientes, hechos para ver, por ejemplo, una exposición de Piero della Francesca, o revisitar algunos de los cuadros que más admira.

En una entrevista con Efe, Nooteboom reconoce que, como hacía tiempo que no leía varios de los ensayos, le ha "sorprendido gratamente verlos reunidos", y afirma que, si tuviera que escribirlos ahora, probablemente diría lo mismo sobre "el enigma" que plantea el tratamiento de la luz en los cuadros de Vermeer o de Hopper, o "la solidez del agua" pintada por Leonardo da Vinci.

En el libro, Nooteboom se enfrenta también a los autorretratos de Rembrandt o de Aert de Gelder, a los frescos de Tiépolo, a los paisajes de Bruegel, a los rostros sin ojos de De Chirico, al "lado oscuro" de los cuadros de Friedrich o al "milagro" de Piero della Francesca, para dar rienda suelta a su imaginación y establecer un sugerente diálogo con todos ellos.

No ha llegado a tiempo de incluir el artículo, publicado hace unos días en "El País", sobre los paisajes de Patinir que se exponen en el Museo del Prado, y que el escritor tuvo "la suerte" de verlos acompañado por "una experta guía".

También faltan textos sobre Zurbarán y Velázquez que figuran en su libro "El desvío a Santiago", uno de los más traducido de este escritor y que demuestra sus grandes conocimientos sobre España. No en vano tiene una casa en Menorca desde hace cuarenta años y pasa largas temporadas en ella.

Viajero infatigable -"cuando vuelvo de un viaje me embarga un incómodo vacío", asegura-, Nooteboom se queja de cómo se ven hoy día los museos o las grandes exposiciones: rodeado de multitud de turistas o de grupos de escolares. "Los tiempos del Grand Tour y de la concentración en silencio han terminado", escribe en "El enigma de la luz".

En condiciones pésimas tuvo que ver Nooteboom los grandes frescos de Piero della Francesca en la ciudad italiana de Arezzo. Había reservado con mucha antelación su entrada, sin caer en la cuenta de que el día elegido, el uno de mayo, era festivo en Italia. Apenas pudo "vislumbrar" las pinturas porque "todo el pueblo italiano estaba allí", le dijo a Efe.

"Estamos acostumbrados a ver japoneses en cualquier museo del mundo, pero ¿qué pasará cuando viajen todos los chinos o si deciden de golpe ir a Venecia"?, se preguntó con humor Nooteboom.

Candidato al Premio Nobel desde hace años -no quiere ni oír hablar de ello y cuando se saca el tema, responde con un escueto "tonterías, tonterías"-, Nooteboom se refiere en su libro a "la magia" que emana de los cuadros de artistas como Leonardo da Vinci, Vermeer, Picasso, De Chirico o Hopper, y no entiende del todo cómo Rembrandt es capaz de "observar su más profundo yo" en sus autorretratos. "Brujería" es la única explicación que se le ocurre.

Las obras de arte no cambian con el paso de los siglos, pero sí la percepción que se tiene de ellas, y Nooteboom no sabe "cómo se verá dentro de 300 años el Guernica, de Picasso". "El cuadro permanecerá invariable, pero nosotros habremos cambiado: será otra pintura", subraya.

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