Este artículo se publicó hace 16 años.
A una estación de la gloria
España juega mañana, contra Alemania, en el Ernst Happel de Viena, su partido más importante en casi un cuarto de siglo, el que puede convertirle en campeón de Europa, pero no sólo eso, el que también puede acabar con una larga noche de frustraciones.
Y llega tan convencida de sus posibilidades que ni la lesión de David Villa, el jugador más efectivo del torneo, le ha sumido en la depresión.
En otro momento, la ausencia del "Guaje" hubiese propiciado que la selección española cayese en el victimismo y que maldijese su mala suerte. Ahora, no. Luis Aragonés no podrá contar con el máximo goleador de la Eurocopa, lesionado en la semifinal, y sin embargo se respira optimismo.
Porque la selección española ha ido creciendo en un torneo al que llegó bajo sospecha. Soltó el lastre de una penosa herencia en cuartos, ante Italia y en la tanda de penaltis, y se exhibió en una semifinal en la que recuperó la alegría.
Es el equipo más goleador y el que menos tantos ha encajado por minutos jugados. El que más dispara a puerta y ha encontrado, cuando menos se esperaba, un "pasillo de seguridad", como le gusta decir a Luis (Puyol, Marchena, Senna), que funciona.
Por eso, el enfrentamiento contra Alemania, un rival que en otras épocas hubiese parecido inaccesible se observa como una fiesta en Viena, donde la afición local ha tomado mayoritariamente partido a favor del conjunto español.
Sin Villa, Luis probablemente optará por mantener a Cesc Fábregas en el conjunto titular, sobre todo después del buen encuentro del jugador del Arsenal ante Rusia. La otra opción es dar entrada desde el inicio a Daniel Güiza, que ya suma dos tantos en el torneo, pero hasta ahora ha actuado más como un revulsivo en las segundas partes.
El resto será el conjunto que ya se ha aprendido de memoria la afición española, un síntoma de que Luis parece haber cumplido su objetivo. "Me hice cargo de una selección y quiero dejar un equipo", ha repetido con insistencia.
La ausencia del "Guaje" hace que todas las miradas se giren hacia Fernando Torres, la "estrella" española antes de llegar a Austria, que ha tenido una pálida trayectoria.
Torres está ante su partido. Una gran cita, frente a un rival de renombre mundial, que le ofrece la oportunidad de consagrarse con la selección.
Si por algún lado padece, además, Alemania es por su pareja de centrales, el madridista Christoph Metzelder y Per Mertesacker, que sufren frente a jugadores rápidos.
Joachim Löw, el técnico alemán, puede dar entrada en el equipo a Torsten Frings, el escudero de Michael Ballack, que con una fisura en una costilla fue suplente ante Turquía.
Lo que no está tan claro es que vaya a volver al sistema con el que comenzó el campeonato (4-4-2). Löw ha descubierto que con dos centrocampistas de contención por detrás de Ballack, el jugador del Chelsea juega con más libertad y Alemania saca ventaja de su mejor jugador.
Junto a Ballack, la explosiva irrupción de Bastian Schweinsteiger, la confirmación de Lukas Podolski como un buen goleador y la capacidad de Miroslav Klose para aprovechar cualquier mínima ocasión, son la mayor amenaza que muestra Alemania.
Con un buen ataque y juego por las bandas, el conjunto alemán ofrece, desde la época mundialista de Jurgen Klinsmann, un fútbol atractivo, pero también vulnerable.
Alemania ha encajado cuatro goles en los dos partidos eliminatorios -2 contra Portugal en cuartos y otros tantos frente a Turquía, en semifinales-, mientras que España ha basado su éxito en su capacidad para mantener la puerta a cero.
Mañana, sin embargo, no vale el pasado. Ni el inmediato, ni el remoto. Cuarenta y cuatro años después, España puede renovar su condición de campeona, quitar las telarañas al trofeo y recuperar, esta vez en color, una euforia que ha permanecido demasiado tiempo congelada.
- Alineaciones probables:
Alemania: Lehmann; Friedrich, Mertesacker, Metzelder, Lahm; Hitzlsperger, Frings; Schweinsteiger, Ballack; Podolski; Klose.
España: Casillas; Sergio Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila; Senna, Xavi; Iniesta, Cesc, Silva; Torres.
Árbitro: Roberto Rosetti (Italia).
Estadio Ernst Happel de Viena.
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