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La eurozona gana oxígeno de cara a la próxima reunión del G-20

La cumbre del euro logra avances condicionados a la solidaridad internacional, la puesta en marcha de los acuerdos y la vuelta al crecimiento. Se confió en la ayuda de los fondos árabes sin contactar con ellos.

DANIEL BASTEIRO

¿Alguien tiene el número del emir de Qatar? La pregunta se formuló de una u otra manera durante los seis días y varias noches de negociación europea que cristalizaron en un gran acuerdo con pequeños, pero cruciales flecos sueltos. La conclusión final de las reuniones servirá para que la eurozona se presente en la cumbre del G-20 de la semana que viene en Cannes (Francia) 'con los deberes hechos' y 'con decisiones valientes y determinadas que esperamos sean reconocidas por nuestros socios', en palabras de un alto funcionario europeo.

Hamad Al Thani, el emir qatarí, había sido visitado en abril por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en busca de inversiones en España y financiación para la deuda soberana. Probablemente no lo supieran, pero tanto el jeque como otros titulares de fondos soberanos planearon sobre la mesa de negociación de los líderes del euro. Desde Bruselas, los 17 jefes de Gobierno de la eurozona perfilaban intenciones similares a las de Zapatero en su desplazamiento a Doha. ¿Objetivo? Apuntalar al euro. Así lo confirmaron en los pasillos del Consejo de la Unión Europea responsables del Fondo Europeo para la Estabilidad Financiera el pasado domingo, cuando cuajó la idea de iniciar una colecta internacional para engordar el fondo de rescate europeo.

El FMI, la UE y el BCE intentan evitar el contagio a Italia y España

Las conclusiones lo dejaron en una referencia más genérica, que pide 'aprovechar al máximo' a las 'entidades financieras e inversores privados y públicos'. El primero en ser consultado fue el primer ministro chino, Hu Jintao. Tan sólo unas horas después de que a las 3:30 de la madrugada del jueves el acuerdo quedase cerrado, el mandatario recibió la llamada del presidente francés, Nicolas Sarkozy. Al día siguiente, el gerente del fondo, Klaus Regling, se plantó en Pekín para apelar a la solidaridad de un país al que le interesa que su primer mercado no deje de consumir sus productos, aseguran diplomáticos comunitarios.

Si es cierto que la construcción europea sólo avanza a golpe de crisis y con muchas contradicciones, la cumbre del pasado miércoles podría erigirse en ejemplo por partida triple.

La primera de las contradicciones reside precisamente en la ayuda que la zona del euro pidió al exterior. Aunque Bruselas había presentado el cónclave como una cita histórica con la autonomía misma de los líderes para resolver los problemas de la unión monetaria, el tamaño final del fondo quedó al albur del apetito inversor de fondos soberanos, países emergentes o el Fondo Monetario Internacional (FMI). 'Es imposible prever el tamaño final del fondo, porque todavía no han sido sondeados los inversores internacionales que queremos que participen', sostenían fuentes comunitarias tras la reunión.

La cumbre no tomó ninguna medida para reactivar el crecimiento

En total y sin esta ayuda, el fondo tendrá una capacidad de un billón de euros, pero los conseguirá no gracias a más aportaciones de los Gobiernos, un asunto tabú en Alemania y del que los socios liberales del Gobierno de Angela Merkel habían hecho un casus belli. El fondo recurrirá a la ingeniería financiera, cuyo uso sin límite provocó el estallido de la crisis de las hipotecas basura. Como no hay más dinero, se utilizarán los 250.000 millones que quedan en el fondo (inicialmente dotado con 440.000) para avalar un 20% o un 25% de las pérdidas potenciales en las nuevas emisiones de deuda de la zona del euro, pudiendo llegar a cubrir hasta un billón en operaciones.

La segunda contradicción es una vieja conocida de la Unión Europea. Al llamado a ser el remedio definitivo para neutralizar la crisis de deuda le falta ponerse en marcha. Serán necesarias nuevas reuniones comenzando por la que el 7 de noviembre mantendrán los ministros del euro.

Los asuntos por cerrar son imprescindibles, como el diseño de los nuevos bonos de deuda griega que los bancos cambiarán por los actuales. En el intercambio, previsto para enero, los bancos perderán un 50% de lo invertido, pero el tipo de interés o el plazo están por decidir. Del mismo modo, el Eurogrupo deberá decidir cuándo comenzarán las nuevas actividades del fondo de rescate y articular la manera en la que se utilizarán las contribuciones extranjeras, aún por llegar. Mientras tanto, la única institución que no formó parte de este definitivo acuerdo, el BCE, ha anunciado que seguirá comprando deuda e inyectando liquidez a una banca y países que, en estos momentos, no podrían vivir sin ella.

La tercera contradicción es de fondo y preocupa en especial a EEUU y China, pero también a cada vez más voces dentro de la zona del euro. La cumbre ignoró el crecimiento sin tomar ninguna medida para reactivarlo. Según la Confederación Europea de Sindicatos, la cumbre se olvidó 'del crecimiento y el empleo'. Paradójicamente, todo el acuerdo sobre Grecia, un país sumido en la recesión por los recortes, depende de que crezca una media del 2% hasta 2020, un cálculo que de momento suena a ciencia ficción.

Demasiadas contradicciones que ya han obligado al FMI, la UE y los bancos centrales de la eurozona a dedicar el fin de semana a 'preparar un plan de contingencia' ante un hipotético contagio a Italia y España de la crisis de la deuda griega, según los medios de comunicación italianos.

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