Este artículo se publicó hace 13 años.
La eurozona naufraga en el refuerzo del fondo de rescate
Grecia no recibirá los 8.000 millones de ayuda urgente hasta que el nuevo Gobierno se comprometa "por escrito" con un calendario para poner en marcha las reformas pactadas
La eurozona tiene claro que la crisis en Grecia e Italia cuestiona su propia supervivencia al poner en duda su capacidad para neutralizar las dudas de los mercados. En palabras de Nicolas Sarkozy, el presidente de Francia, si "explota el euro, explota Europa". Sin embargo, ni la magnitud de los problemas ni los llamamientos públicos a acelerar sus soluciones cristalizaron ayer en la enésima reunión de los ministros de Economía del euro, a la que su presidente, Jean-Claude Juncker, entró pidiendo a la prensa que no esperase "decisiones esta noche" (por ayer). A la salida, reconoció que harán falta más reuniones, por teleconferencia antes de la próxima reunión formal, prevista para el 29 de noviembre, y probablemente después, en un encuentro extraordinario.
El Eurogrupo celebraba su reunión regular para detallar el funcionamiento del fondo de rescate cuyas líneas maestras pactaron hace dos semanas en una cumbre los jefes de Gobierno de la moneda única. Pero como repiten descorazonados los funcionarios al tanto de la negociación usando una expresión inglesa, lo realmente importante reside en la complejidad de sus detalles (devil is in the details, suelen decir).
El fondo reforzado podrá avalar parcialmente la emisión de deuda de los países de la eurozona, comprarla masivamente, rescatar a estados en riesgo de impago, ofrecerles líneas de crédito o recapitalizar sus principales entidades bancarias. La vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, aseguró que la puesta en marcha de este abanico de posibilidades "exige unos estudios técnicos que no se pueden hacer en dos días". El objetivo, según aseguró Juncker, es rematar las "directrices" a finales de mes para ponerlo en marcha el que viene.
Detalles técnicosPero los detalles técnicos no son el principal de los problemas de la eurozona, sino la falta de recursos para llevar a cabo todas las operaciones y, sobre todo, para defender a países grandes de la especulación, como Italia.
Es la manera de engordar los recursos del fondo la que no está clara, tanto para los miembros de la eurozona como para los posibles inversores internacionales invitados a participar. Un comunicado emitido por el fondo, una entidad con sede en Luxemburgo, recordó las dos opciones posibles. Por una parte, el fondo acompañará a nuevas emisiones de deuda de la eurozona con un seguro contra el impago que protegerá a los inversores en bonos. "La intención sería incrementar la demanda de nuevas emisiones de bonos de países miembros y rebajar los costes de financiación", según el texto. En el caso de Italia, el interés por refinanciarse superó ayer el 6,6%, un punto en el que otros países, como Grecia, Irlanda o Portugal, ya habían sucumbido.
La segunda opción para multiplicar la capacidad del llamado "cortafuegos" frente a la especulación creará instrumentos de inversión en los que estarían llamados a participar el FMI, los países emergentes, bancos de inversión o hasta fondos soberanos. Estos instrumentos "comprarían bonos en el mercado primario o secundario", llegando a "ofrecer fondos directamente" a los socios del euro, que podrían utilizarlo para "recapitalizaciones bancarias". Si los inversores internacionales están llamados a participar es porque los países de la eurozona, con Alemania a la cabeza, no quieren incrementar su contribución. Aunque ayer no hubo cifras, la capacidad total del fondo debería superar el billón de euros.
Por otra parte, el Eurogrupo confirmó el bloqueo de los 8.000 millones en ayuda urgente que Grecia necesitará en las próximas semanas para no caer en un impago. Según Juncker, se enviarán si hay un "compromiso por escrito de los dos principales partidos" de que están "a favor del segundo programa" de rescate de Grecia, pactado hace dos semanas. Ese compromiso incluirá la reducción de su deuda soberana, pero también el calendario de reformas de austeridad que el ya ex primer ministro, Yorgos Papandreu, quería someter a un referéndum. El conservador Antonis Samaras, jefe de la oposición, quería renegociarlo, aspiración a la que tendrá que renunciar si no quiere abocar a la ruina a su país y al resto de la eurozona.
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