Este artículo se publicó hace 14 años.
Exigen investigación sobre la complicidad británica en las torturas de la CIA
La comisión británica de derechos humanos ha sumado su voz a la de quienes reclaman aquí con urgencia una investigación independiente de la supuesta complicidad de los servicios de inteligencia del Reino Unido en prácticas de tortura.
El presidente de la comisión, Trevor Phillips, ha escrito una carta en ese sentido al ministro de Justicia, Jack Straw, con copia a los titulares de Exteriores e Interior, en la que califica de insuficientes para tranquilizar a la opinión pública las protestas de inocencia del Gobierno de Gordon Brown.
Según la comisión, un total de 25 ex presos, todos ellos sospechosos de terrorismo en algún momento, aseguran que las autoridades británicas tuvieron conocimiento de los malos tratos a que fueron sometidos.
Entre ellos figura Binyam Mohamed, un ex preso de Guantánamo que dice haber sido torturado en Pakistán, donde estuvo en manos de la CIA, con pleno conocimiento de agentes del espionaje británicos.
"El Gobierno y sus agencias se enfrentan a acusaciones muy graves de que sabían que ciudadanos del Reino Unido estaban siendo objeto de torturas sin que hicieran nada para poner fin a esas prácticas y de que incluso prepararon las preguntas que debían contestar aquéllos", señala Phillips en su carta.
Y agrega: "Dado el papel de líder en materia de derechos humanos que corresponde al Reino Unido, sería inexplicable que el Gobierno no pusiese en marcha una investigación independiente que permita determinar la verdad o falsedad de esas acusaciones".
La pasada semana, el ministro británico de Asuntos Exteriores, David Miliband, vio frustrado por un juez su intento de impedir que se informara a la opinión pública del tratamiento "cruel, inhumano y degradante" a que fue sometido el citado Binyan Mohamed por las autoridades estadounidenses.
Entre los casos mencionados en la carta del presidente de la comisión de derechos humanos figuran dos hombres condenados a cadena perpetua en este país por terrorismo, que afirman haber sido torturados por agentes paquistaníes antes de su entrega a las autoridades británicas.
Siete de los supuestamente sometidos a malos tratos con complicidad oficial británica quieren demandar con ayuda de sus abogados al MI5 y MI6 (servicios de inteligencia interior y exterior del Reino Unido) por supuesta complicidad.
Uno de los denunciantes es el último residente británico en Guantánamo, Shaker Aamer, que ha acusado a agentes del espionaje británico de haber estado presente en los interrogatorios sufridos mientras estaba en poder de los estadounidenses en la base aérea de Bagram (Afganistán) sin que sus conciudadanos movieran un dedo para ayudarle.
Otro es Moazzam Begg, también ex preso en Guantánamo, que ha denunciado asimismo la presencia de agentes británicos en las sesiones de tortura a las que fue sometido en Afganistán por los servicios de inteligencia estadounidenses.
Varios miembros del Gobierno británico han negado las acusaciones de complicidad en los abusos incluidas en informes de la ONU y de la organización Human Rights Watch, y las han calificado de "infundadas e irresponsables".
Esas acusaciones no proceden sólo de los propios sospechosos, sino que a ellas se suman las del ex embajador británico en Uzbekistán Craig Murray, destituido de su puesto hace cinco años tras denunciar la complicidad de agentes de su país en las torturas llevadas a cabo por miembros de la CIA u otros a su servicio.
Según explicó Murray en un artículo publicado este viernes n el Evening Standard, los servicios de seguridad uzbecos, "tal vez los más brutales del mundo", pasaban a la CIA el material obtenido en "sus cámaras de tortura", y la agencia estadounidense entregaba a su vez una copia de ese material al MI5 y MI6 británicos.
Según el ex diplomático, el Gobierno uzbeco quería convencer a EEUU de que combatía la amenaza del islamismo militante para seguir recibiendo "fuertes subvenciones" de Washington y se dedicaba a hacer "redadas masivas de disidentes", a los que "torturaba hasta conseguir que terminaran admitiendo que eran miembros de Al Qaeda o de cualquier otra organización terrorista".
"Con la tortura no se obtiene la verdad, sino sólo lo que el torturador quiere oír a cambio de poner fin a la tortura", critica Murray, cuyas memorias del período que pasó en Uzbekistán, tituladas "Asesinato en Samarkanda", han sido dramatizadas para la BBC por David Hare, conocido dramaturgo y cineasta británico.
Joaquín Rábago
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