"Españoles en la Legión Extranjera francesa", libro del abogado e historiador Joaquín Mañes (Sevilla, 1959), cuenta cómo los exilios liberal y republicano nutrieron las filas de ese cuerpo en el siglo XIX y XX, respectivamente, y cómo unos 40.000 españoles vistieron ese uniforme hasta 1962.

Mañes dijo a Efe que desde ese año hasta ahora han debido ser unos 4.000 españoles más en la Legión Extranjera, en toda la historia de la cual, entre 130 nacionalidades que han formado en sus filas, los españoles representan la quinta nacionalidad en número, tras alemanes, italianos, franceses y belgas juntos, y suizos.

Publicado por Inédita, el libro da cuenta de la fascinación que, desde su fundación en 1831, ha causado este cuerpo militar en el que, en pleno siglo XXI, sólo ingresa uno de cada diez aspirantes, según señaló Mañes, quien recordó que desde su fundación, el 4º batallón de la Legión estuvo compuesto sólo por españoles.

"Todos los españoles alistados en ese primer periodo eran exiliados liberales que tuvieron que refugiarse en Francia por el régimen absolutista de Fernando VII en su década ominosa, hasta 1833", según Mañes, quien también cuenta que en la Primera Guerra Carlista Francia cedió la Legión Extranjera a Isabel II y permaneció al servicio del Reino de España hasta 1839.

La derrota carlista hizo que un joven teniente de este signo se alistara en la Legión, donde llegó a coronel en el Cuerpo y logró el generalato en el Ejército francés, el coronel Martínez, "una leyenda viva de la Legión Extranjera de mediados del siglo XIX."

Según Mañes, "el combate por antonomasia que representa y resume todas las virtudes de la Legión Extranjera es el combate de Camerone (Camarón de Tejada, México) el 30 de abril de 1863, en el que uno de los 65 heroicos legionarios de la compañía del capitán Danjou que resistió el asedio en una hacienda durante todo un día, contra más de dos mil mexicanos, era español, Alonso Bernardo".

En la conquista del sur de Argelia, a principios del siglo XX, tuvo lugar en los confines del desierto argelino otro combate que "fue ejemplo de las virtudes legionarias", el de El Moungar, el 2 de septiembre de 1903, "donde peleó con valentía y fue recompensado por ello el cabo Montes, un andaluz", añadió Mañes.

Alistamiento masivo de españoles fue el de 1939, todos exiliados de la República "y el recelo inicial que se despertó entre sus mandos por esa afluencia de 'rojos' entre su filas se transformó en admiración en la Segunda Guerra Mundial."

El almirante de la flota de la República, el sevillano Miguel Buiza Fernández-Palacios, se alistó en la Legión para combatir contra los nazis y obtuvo en su ingreso el grado de capitán, un caso casi único en el cuerpo, para convertirse en 1947 en Moisés Blum, gracias a un pasaporte falso de judío apátrida con el que capitaneó un mercante de judíos con destino a Israel, donde fue apresado por los ingleses y confinado en un campo de concentración.

Con la Legión francesa, aseguró Mañes, hubo españoles en todos los frentes, Noruega, Eritrea, Siria, el norte de África, Italia, Francia, Alemania, Senegal, Córcega y también los hubo que lucharon contra los japoneses en Indochina, como Roberto Pujol.

"En el conflicto de Indochina hubo españoles como Manolo Santana, que terminó de anticuario en el norte de Tailandia; o José Pinar Rey, empresario de éxito en la capital de ese Estado, Bangkok, con un negocio de raticidas; o montando un hospital en la capital de Camboya, en sociedad con la familia real camboyana de Sihanuk, como fue el caso del médico catalán y ex suboficial Carlos Ripoll", enumeró Mañes.

"En la guerra de Argelia, el contingente español fue considerable y en el combate de Beni Smir, otra versión contemporánea de Camerone, el jefe de la unidad legionaria que resistió hasta su rescate fue el sargento Manuel Sánchez Iglesias, aunque también destacaron en ese periodo el capitán Izquierdo, de los paracaidistas de la Legión, y el vasco de Oyarzun Manuel Gómez Urtizberea", concluyó.